Que tenemos malos resultados académicos en Secundaria, es sabido, las estadísticas hablan. España duplica con creces el porcentaje de alumnos no titulados en bachillerato con respecto a la mayoría de los países europeos. El que no haya habido, hasta ahora, un acuerdo de Estado, para hacer una Ley de Educación sostenible, es tener miras poco progresistas y una inmadurez política incomprensible. Esa necesidad de que cada partido ponga su impronta estableciendo leyes de educación nuevas, nos ha llevado a la necesidad de adaptarnos a cambios a veces poco acertados, con una realidad en la que prevalece el protagonismo político antes que la consolidación y fortalecimiento básico de la educación en nuestro país. No pretendo retrotraerme a la Ley Moyano, pero es significativo que desde los años 80 con la LOECE y las sucesivas LODE, LOGSE, LOCE, LOE, LOMCE hayan sido el reflejo de los sucesivos gobiernos. Ahora la ministra Isabel Celaá no descarta la derogación de la LOMCE. Entre tanto el Gobierno prepara un borrador que incluye «90 artículos intervenidos» alguno de acertada modificación como la incorporación de la asignatura de Filosofía en Bachillerato como asignatura obligatoria. Otro de esos artículos pretende que los alumnos de Bachillerato puedan acceder a la universidad teniendo pendiente por aprobar una asignatura. Realmente es la manera de legalizar ese empujoncito que muchos profesores hemos dado, cuando a un alumno con posibilidades de estudios superiores se le intentaba echar una mano si se veía que el resto de asignaturas las había superado. A priori es algo que resulta hasta tierno, pero sigo manteniendo el necesario consenso político y comunitario, y esto no se puede improvisar en cuatro meses.

*Pintora y profesora