Hay ocasiones en las que los mensajes se dispersan o simplemente carecen de unidad. No es lo que está ocurriendo estas semanas con los que salen desde el interior del Real Zaragoza en su área institucional. Las consignas están siendo muy unitarias e indivisibles y nadie se escapa de un guión previamente fabricado. Ha ocurrido así con la situación de Agné, en torno a cuya figura la SAD cerró filas en el momento en el que decidió, por la distancia que se abrió con el sexto puesto, que su destitución solo llegaría con otra tanda encadenada de malos resultados. El club creyó que para asegurar la salvación era suficiente con mantenerlo.

Y ha sucedido también con los objetivos de la temporada, incuestionables desde el primer día, ahora refundados por obligación. Primero Numancia, luego Córdoba, después Sevilla Atlético. Nadie mira en público más allá. La prudencia es el libro de estilo de obligado cumplimiento. Luego, en silencio, todos sueñan con lo que Saja soñó en voz alta: con alcanzar a los de arriba. Con el playoff.