Los gobiernos de la UE alumbraron ayer una Constitución, tras el acuerdo sobre un proceso de toma de decisiones que debe permitir que una Unión de 25 estados sea gobernable. Tras el fracaso de participación de las elecciones europeas hubiese sido irresponsable frenar un texto que marca ambiciosos objetivos al proceso de integración del continente.

Para cualquier iniciativa relevante será necesario sumar el 55% de países miembros, con un mínimo de 15 y que representen el 65% de la población. La solución es más conservadora que la propuesta de la Convención, que pretendía hacer más difícil crear minorías de bloqueo. Pero resulta un éxito notable para los países que tenían que perder si los grandes hubiesen podido establecer un directorio incontestable. Lo es para España, cuyo Gobierno ha conseguido que se reconozca su peso en Europa sin aparecer como factor de estancamiento.

Pero aún no está expedito el camino de la Constitución. El compromiso de varios países de someterla a referendo, como el Reino Unido, en pleno avance antieuropeísta, puede llevar a otro bloqueo si los gobiernos, además de capacidad de pacto, no consiguen también ilusionar a sus ciudadanos.