Fui al cine por última vez antes del estado de alarma, el miércoles 11 de marzo. El viernes de esa misma semana, el 13 de marzo, ya había comenzado el confinamiento. Ví Invisibles, dirigida por Gracia Querejeta, una película intimista y recomendable, pero me pregunto si seguirá en cartelera cuando salgamos de esta cuarentena. Pero no es eso de lo que quería hablar, sino de un tráiler que se pasó previo a la proyección del filme citado. Se titulaba Contagio. Comenté: «no creo que me guste ver esta película». Lo que no me hubiera imaginado jamás, es que tres días después de este avance cinematográfico estaríamos pasando por una situación demasiado parecida a la narrativa del filme.

Una tarde de abril (un mes después de haber visto el tráiler) y solo por casualidad, me encontré de repente con la película Contagio en HBO. Reconozco que ya en plena pancrisis, decidí verla, por si ofrecían alguna situación de la que se pudiera extraer alguna lección.

Me puse a verla tranquilamente en casa (¿dónde si no?), y tuve que pararla en más de una ocasión pues me producía tanto interés como nerviosismo. Lo que en este filme se cuenta es, para mi gusto, excesivamente similar a la realidad actual de medio mundo, por no decir, del mundo entero. Entonces recordé que era precisamente este filme el tráiler que ví y que afirmé que no me gustaría ver. Pues sí. La ví. Me dejó tan impresionada que no pude cenar aquella noche. Solo podía recordar algunas de sus escenas: los murciélagos y cerdos como transmisores de la enfermedad, las toses y la fiebre de los protagonistas, los supermercados medio vacíos y contagiados, los polideportivos utilizados como hospitales de campaña, las fosas comunes sin ataúdes o ni siquiera sin bolsas para cadáveres y la ocultación de la verdad por parte de las autoridades, entre otras cosas.

Según acabé de visionarla, me puse a buscar información sobre los actores, principales: Matt Damon, Kate Winslet, Laurence Fishburne, Marion Cotillard para descubrir que ellos mismos habían grabado un vídeo informativo, coordinado por el Mailman School of Public Health para luchar contra la pandemia actual, basada en la importancia de la higiene: lavarse las manos y no tocarse la cara, o mantener la distancia social.

Tampoco recordaba, lo digo con vergüenza, si yo había visto alguna película de este directorNuevamente, de forma bastante análoga a nuestra situación de pandemia actual, en la película se destacan los trabajos, sacrificios y méritos de los sanitarios y técnicos. Sin embargo, los políticos y militares no salen tan bien parados.

Aparece la redacción del periódico The Chronicle, de Minnesota, como un periódico serio. Sin embargo, una de las figuras más negativas de la película resulta ser una especie de reportero, carente de ética personal y mucho menos de deontología profesional, que pone en marcha un remedio consistente en un aceite esencial de Forsythia que resulta ser absolutamente falso, pero por el que los ciudadanos se pelean en las farmacias, generando pingües beneficios para el laboratorio correspondiente.

Desconozco si es totalmente ficción o existe algún dato científico sobre el desarrollo de la enfermedad en el filme, pero de lo que no hay duda es de que esta película, rodada en el año 2011, ha resultado ser totalmente premonitoria, y confío en que no sea una profecía que se cumpla en su totalidad.

*Profesora y coordinadora de Periodismo-Unizar. mariagp@unizar.es