Muerte por contaminación, el mal del siglo XXI. La mala calidad del aire que respiramos tiene consecuencias mortales. Una de cada ocho muertes al año se producen como consecuencia de enfermedades vinculadas a la contaminación: accidentes cerebrovasculares, cardiopatías o cáncer. Mal panorama según recoge el informe 2012 de la OMS. Y en España, bastante peor. Cierto que la contaminación bestial de Madrid o Barcelona ha mejorado, ironías de la vida, gracias a la crisis que ha reducido las obras en la calle, la actividad industrial y los desplazamientos en coche, pero la situación sigue siendo alarmante. No cumplimos con la directiva europea y estamos lejos de los recomendados por la OMS que son más restrictivos. No hemos hecho los deberes en materia de medioambiente (como en otras tantas) y en el 2015 nos tocará abonar multas y destinar más recursos a la Sanidad para combatir la multiplicación de enfermedades. Y todo por no invertir racionalmente. Si los coches son los responsables del 40% de la contaminación y nuestro parque móvil está cada vez más viejo, promovamos acciones de reconversión e inyectemos un poco de oxígeno en la sociedad. Fíjense en la última, un millón de euros para cambiar el nombre de un aeropuerto como el de Barajas para hacerle los honores a un presidente como Suárez maltratado en vida, cuando un 12 % de trabajadores tienen ingresos tan escasos que no llegan a fin de mes y las ayudas brillan por su ausencia.

Periodista y profesora de Universidad