No quisiera pillarme los dedos con estas minucias, pero creo que fue el recordado actor madrileño Rafael Alonso quien encarnó el papel de alcalde del pueblo en Amanece que no es poco. Imprescindible película para conocer la historia del cine español -que no es poco- escrita y dirigida en 1988 por José Luis Cuerda, fallecido el pasado 4 de febrero en Madrid, a los 72 años de edad.

En una de las muchas memorables escenas de aquella divertida, disparatada y genial película, el vecindario del pueblo más al norte que la provincia puede dar de sí, sale en pleno a recibir al alcalde quien llega acompañado de una hermosa y turgente moza (papel que interpreta Fedra Lorente) y entre los vítores y ovaciones que recibe por parte del enfervorecido vecindario, un entusiasmado paisano exclama: «alcalde, todos somos contingentes, pero tú eres necesario». Frase que lejos de ser absurda y propia de alguien que pretenda darnos la tabarra para hablarnos de Dostoievski, constituye en sí toda una tesis doctoral en cuanto a la profundidad intelectual que encierra.

En realidad se trata de un enunciado que, a través de una refinada y exquisita ironía, destila un brillante pensamiento de filosofía experimental, digno de la cumbre narrativa de todo un Nobel de Literatura (lo fue en 1949) como William Faulkner. Porque algo contingente, puede o no ser; como por ejemplo el que algunas personas decidan unos días ir en bici, y otros oler bien, al libre albedrío. Sin embargo, lo necesario pertenece a la esencia de lo sustancial, y es ajeno a la coyuntura, por lo que en lo necesario en absoluto es lo mismo un so que un arre.

De manera que el verdadero significado de esta frase estaría en su contraria: «Alcalde, tú eres contingente, pero nosotros somos necesarios». Porque todas las personas lo somos, incluido el alcalde como persona, pero no en cuanto al cargo -aun siendo el munícipe por antonomasia- que es contingente, ya que depende del resultado de las elecciones, aunque sean convocadas de un día para otro, y sin carteles ni campaña, porque tampoco eran en aquel pueblo tantos y todos se conocían las jetas.

Sin embargo, lo contingente y lo necesario, como ocurre con las ingles, tienen un común punto de inflexión, que es lo posible. Así, nada aparece predestinado en este contingente y machadiano universo en el que quebrado el imperio de la ley (incluida la de la gravitación universal) todo pasa y todo llega. Y es así cómo, en este ensueño de la razón, todo es posible, hasta -que no es poco, aunque sean pocos- que broten hombres en el bancal.

Pero lo que no podía imaginar José Luis Cuerda es que contingentes presidentes autonómicos de España le iban a hacer flashback de la película, imitando a sus jóvenes estudiantes de la Universidad de Eaton preparándose para ser futuros líderes que ejercen el poder omnímodo. Contingentes presidentes que tras ser legalmente elegidos han decidido actuar como si les importara un pijo de bien la ley. Unos nada necesarios presidentes y borrachos de tabernaria y psicópata soberbia que han creído que podrían haber sido una leyenda… o una epopeya si se juntaban varios, y que los de la invasión de su bancal se tienen que ir.

* Historiador y periodista