El Gobierno hace unas filigranas con su política comunicativa que le resultan muy eficaces: jamás concede una entrevista a según qué medios o periodistas. Ignoro cómo se transmite la orden, pero alguien la da. Luego argüirán con descaro que el sectarismo es tal que ni siquiera son invitados. Trilerismo zafio, pero práctico. Los periodistas venimos asistiendo cual corderos silenciosos a un maltrato del poder, al que incluso algunos ofrecen la coartada de la libertad. Un presidente o un ministro es libre de escoger a quién concede una entrevista, dicen, y se quedan tan a gusto. Si un individuo no quiere ser interrogado en público, hará bien en huir de cualquier cargo público, retribuido a cargo de un contribuyente del que cobra y al que dice representar. Nunca olvidaré aquella vez en que Luis del Olmo, valiente y comprometido, tras entrevistar al Aznar de la mayoría absoluta le pedía que acudiese también a sentarse frente a Iñaki Gabilondo, sobre el que ya había trascendido que la Moncloa lo ninguneaba pese a conducir el programa más oído entonces de la radio española. El balbuceo y la mirada presidenciales fueron históricos. Por aquellos tiempos empezó a mascarse la miseria en la que hoy está el periodismo. El poder siempre se ha sentido más cómodo entre sábanas amigas, pero hubo un tiempo en el que asumió, por decencia democrática, que unas veces jugaba en casa y otras, no. Entre las libertades de una persona pública a la que pagamos entre todos no figura la selección interesada del periodista más dócil. Solo un país de siervos consentiría tal cosa. Solo líderes mediocres e inseguros pueden sentir tal pánico escénico. Ante la inminente campaña electoral, volverá a ocurrir lo que hemos aceptado con resignación y obediencia: que los partidos escojan quién y qué mensaje nos colocan, en qué orden y con qué imágenes. Esconderán en cajones lejanos los temas proclives al patinazo o la impopularidad y nos mentirán con esa convicción que deja a cualquiera pasmado. Aunque a algunos no nos concedan entrevistas, haremos en voz alta todas las preguntas. Hay que hacerles el retrato. Periodista