La notificación de casi un centenar de positivos de covid-19 en Binéfar es muy preocupante. La mayor parte de los contagiados son empleados del matadero que la empresa Pini ha puesto recientemente en marcha y lo ha convertido en uno de los más grandes de Europa. Este elevado número de personas infectadas, que ha llevado al Salud a iniciar una investigación, pone de relieve algunos aspectos que se deben considerar en la fase de desescalada que está pronto a iniciarse toda vez que aparentemente el pico de la pandemia, al menos en su primer episodio, está controlado.

El primero de los aspectos que este hecho obliga a reflexionar es que la paulatina reincorporación a los centros de trabajo, especialmente en los de un elevado número de empleados, debe hacerse con la total colaboración del personal y de las empresas, tomando todas las medidas de seguridad posible y estableciendo protocolos muy estrictos para evitar que pueda propagarse una enfermedad causada por un virus que se está demostrando muy contagioso. De nada servirá el mayúsculo esfuerzo que está realizando la sociedad con un confinamiento de casi dos meses si cuando llega la desescalada se produce un relajo en las medidas de distanciamiento social e higiene que pueda echar por tierra todo el exigente sacrificio que se está realizando durante esta cuarentena. Por tanto, hay que ser muy exigente a la hora de reclamar las medidas que se deberán poner en marcha cuando se levante el estado de alarma.

El segundo aspecto que merece toda la consideración es que toda la seguridad laboral es poca, y que la nueva etapa que se abre tras la irrupción del covid-19 obliga a incorporar con más firmeza todavía en las empresas medidas higiénicas y sanitarias, con mayor control todavía en las empresas agroalimentarias y especialmente en las de transformación animal. Las condiciones de los empleados de estos macromataderos deben ser muy estrictas y desarrollarse de la forma más segura.