Muchas veces se ha elogiado el sistema sanitario público universal que tenemos en España, muchos han sido los países que se han acercado en numerosas ocasiones a conocerlo para copiarlo y otros muchos son los que desearían tenerlo y poder usarlo. La crisis del coronavirus ha revelado la importancia de tener nuestro sistema de salud y ha puesto de manifiesto que en Aragón los centros sanitarios están a gran altura, como ya se decía últimamente en muchas de las encuestas del sector. Pero al mismo tiempo, la pandemia está poniendo en valor todas aquellas demandas que cada determinado tiempo van surgiendo entre los profesionales de la sanidad española y aragonesa, y también entre los usuarios. Las quejas eran ciertas y ahora se está comprobando.

En los últimos años, la crisis económica del 2008 causó un debilitamiento de las infraestructuras sanitarias y provocó grandes recortes como se fue denunciando en numerosos territorios como el nuestro. No son momentos de acusar a nadie pero ha habido muchos años en que la sanidad aragonesa ha sufrido severos recortes a pesar de ser una pata clave del Estado del bienestar. Vienen a la mente las famosas protestas de la Marea blanca que salieron durante muchas semanas a las puertas de los hospitales de Aragón, pero también de muchas otras comunidades para poner freno a los estragos que se estaban viviendo. En muchos sitios, como en Madrid, drásticas reducciones de camas públicas que ahora se echan de menos. Han sido en todos los casos los profesionales de la sanidad los que han intentado durante estos años mantener el nivel de la atención y ahora se está viendo cómo gracias a ellos se está intentando resolver una situación sobrevenida que, aún así, puede llevar el colapso a toda la sanidad española.

Porque lo que se demuestra es que hay que dar un repaso general al sistema de salud. Es importante impulsar la medicina de vanguardia, las grandes investigaciones, las novedades más espectaculares. Pero también hay que tener medios y asegurar una buena medicina de base para atender a toda la población. Una ciudadanía que en el caso de Aragón es muy mayor, no solo vive en Zaragoza capital sino que está desperdigada por pueblos remotos donde tiene lejos una atención sanitaria adecuada y ese reto al que hay que hacer frente no es nuevo. Por algo en la comunidad la proporción entre el número de afectados por el coronavirus y el de fallecidos es alta en comparación con otras comunidades españolas. Personas mayores son los pacientes más frecuentes en Aragón, y hay que estar prevenidos y tener recursos para cuando haya que adaptarse a una situación no prevista. Por eso debería haber un compromiso político para que nunca se recortara en sanidad.

Por eso, una vez que pase esta emergencia global, que pasará, es el momento de buscar retos urgentes entre todas las comunidade. Porque, como se está demostrando estos días, es muy importante que todos los territorios se coordinen pero ya no solo en situaciones de emergencia, sino para dar respuesta a cualquier cuestión diaria de lo que es la medicina comunitaria. Es evidente que hace falta una buena financiación económica y ahí el Gobierno central no puede estar más titubeante con el conjunto de las autonomías. Pero además, todas las comunidades deben buscar la unificación de recursos para dotar al sistema sanitario español de una mayor eficiencia, que sea más ágil, y que no solo no desperdicien recursos sino que los aproveche más. El material sanitario que se necesita es idéntico en todos los hospitales, por lo que no caben medidas distintas, compras especiales ni luchas ideológicas.

Esta crisis sanitaria internacional ha puesto también de manifiesto que a pesar de que afecta a todos los países, también de Europa, el club de la Unión Europea ha estado (y un poco está) desaparecido. Se observa una gran descoordinación. Los distintos países han ido actuando conforme les iba llegando la pandemia. Unos mantenían la libre circulación mientras otros ponían restricciones, se cerraban fronteras externas pero algunas internas no... Un gran desconcierto. Esta crisis en Europa recuerda a la de los refugiados, donde cada país actuaba según le iba. Pues momento debe ser también para que los 27 miembros, incluida España, hagan un ejercicio de reflexión y actúen como socios que son, con unas mismas políticas y unas mismas decisiones. Y si sanitariamente puede haber intercambios entre países, que se hagan porque, lo hemos aprendido sobre todo de políticos y economistas, el mundo es ahora global. La insolidaridad, esta que tantas veces aparece ahora en el mundo europeo, hace mucho daño a la credibilidad de la UE. Como con la recesión o con los refugiados.

La crisis del coronavirus nos exige mucho esfuerzo ahora. Pero después habrá que fortalecer todo un sistema sanitario con una revisión a fondo.

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