Si la actividad que prepara el Instituto Aragonés de las Mujer para el 8 de marzo, una jornada tradicional de reivindicación del colectivo, se resume en una exhibición de jotas y una conferencia sobre meteorología, es que alguien ha perdido los papeles. No se espera de un órgano gubernamental que llame a las barricadas, pero tampoco que, en estos tiempos, un día tan significativo lo tansforme en un festival de coros y danzas. Los resultados del reciente informe de la UE sobre la violencia sexista no parecen motivar a los responsables del instituto a plantearse actividades más pegadas a la realidad.