Mariano Rajoy deberá declarar próximamente como testigo en el caso Gürtel. Nunca antes había ocurrido nada semejante, pero el presidente del Gobierno ha intentado minimizar el hecho diciendo que se inscribe en la normalidad. Esa afirmación, que la propia condición de acontecimiento inédito desmiente, no puede servir para convertir la corrupción en algo con lo que los españoles puedan convivir como si nada ocurriera. Porque la corrupción es una de las lacras que más desafección producen y que más distancia establecen entre los gobernantes y los gobernados. Aunque oigamos muchas veces eso de que «todos son iguales», lo cierto es que el partido en el Gobierno chapotea en una ciénaga anegada por la corrupción.

Bastará una simple y nada exhaustiva recopilación para hacerse una idea de la gravedad del problema: tres casos, Gürtel, Púnica y Lezo, destacan sobre los demás y afectan sobre todo a Madrid y la Comunidad Valencia; hay tres extesoreros del PP implicados; un expresidente y un exvicepresidente de la Comunidad de Madrid en la cárcel; tres de los cuatro expresidentes del PP de la Comunidad Valenciana investigados o imputados; dos exconsejeros condenados (uno en prisión); tres expresidentes de diputación implicados en diversos casos; una exalcaldesa de Valencia fallecida cuando era investigada por el Supremo; un presidente de Murcia obligado a dimitir; dos exministros de José María Aznar (Rodrigo Rato y Jaume Matas) condenados a penas de prisión, y otros dos de Rajoy (Ana Mato y José Manuel Soria) forzados a renunciar. ¿Cómo es posible ante este negro panorama seguir defendiendo que la corrupción que acorrala al PP son casos aislados o asuntos del pasado? Recordemos que la declaración de Rajoy en el juicio por la primera etapa de la Gürtel (1999-2005) se produce porque en la época que se sustancia el actual presidente del Gobierno y del PP ya era vicesecretario y luego secretario general del partido. Ahora parece que el PP va a crear una oficina interna compuesta por militantes sin cargo para detectar los casos de corrupción e investigar las denuncias. Es un paso, pero que no puede librar a Rajoy de comparecer en el Congreso para dar explicaciones de lo que está sucediendo. No basta con decir que en el PP «el que la hace la paga», porque, como ya le han rectificado acertadamente a Rajoy, solo la paga el que pillan.