Los resultados del último Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) revelan que la nueva tanda de casos de corrupción que sacude al partido del presidente del Gobierno le han comportado una pérdida de 1,5 puntos en la estimación de voto. Y eso que cuando se realizó la encuesta aún no había estallado el caso Lezo que ha llevado a la cárcel un expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y que ha obligado a dimitir a su predecesora y mentora Esperanza Aguirre, hasta ahora portavoz de los populares en el ayuntamiento de la capital.

Este descenso del apoyo electoral al PP ha conllevado una cierta recuperación del PSOE y también ha beneficiado a Ciudadanos mientras que Podemos ha perdido algo de su empuje. Cabe recordar que casi todas estas oscilaciones están dentro de los márgenes de error de la encuesta por lo que es más sensato analizar las tendencias que los resultados. Para el PP es ciertamente un toque de atención. Su argumentación frente a la proliferación de casos de corrupción cada día es más insostenible. No se trata solo de manzanas podridas sino de que en algunos cestos parecen emanar sustancias tóxicas que acaban por contaminar a todos los que entran en contacto con ellos. Las proclamas ya no son suficientemente creíbles para retener a muchos electores que optan por otras formaciones, especialmente cuando comprueban cómo desde el Gobierno se intenta condicionar a la fiscalía o intervenir en la investigación policial. Si el PP no empieza a tomar la iniciativa en la lucha contra la corrupción propia como lo hace contra la que afecta a otras formaciones políticas, llegará un momento en el que será parte del problema pero no de la solución.

Este respiro coge al PSOE en pleno procesos de primarias. El martes, los diversos candidatos utilizaron los resultados como argumentos de campaña. Solo les queda pensar que el día que presenten un liderazgo y un programa claros podrán recuperar la confianza de la ciudadanía. Para Podemos, se trata de un correctivo tras estos meses de confrontación interna. Como le pasaba a la vieja política, la división lastra el crecimiento electoral. Ciudadanos sigue consolidándose aunque con un poco más de audacia al estilo de su admirado Macron les permitiría capitalizar aún más el descrédito del PP de Rajoy.