El frío hace más insoportable el reiterado problema de cortes de electricidad, algunos casi diarios, que sufren los vecinos de algunos de los barrios más degradados de nuestras ciudades. Cuando la temperatura baja como lo está haciendo estos días, si no se puede encender la calefacción, ni la luz ni los electrodomésticos más básicos, la vida cotidiana se trastoca. A veces, incluso, peligra la propia vida, como contaba una mujer conectada a un respirador de oxígeno o un anciano que tras una caída no pudo pedir auxilio por el botón de teleasistencia porque no había corriente. El tema, explican quienes lo han estudiado, es complejo, porque no hay una sola causa ni una solución común para todos. En este asunto, hay familias necesitadas que viven en pisos ocupados, pillos que pinchan la luz sin estar en situación de vulnerabilidad, cultivadores de marihuana en casa (que multiplica por 20 el consumo eléctrico de un hogar medio) y abonados que pagan puntualmente la factura y sin embargo sufren constantes apagones.

Las causas y las situaciones pueden ser muy diversas:_puede ser que la compañía ofrezca un servicio deficiente, pero los cortes de luz también pueden darse por seguridad, para evitar incendios ante sobrecarga de la red. Las distribuidoras eléctricas dimensionan la red en función de los clientes que tienen contratados en cada zona, cuando el consumo es mayor del esperado la red se sobrecarga. También puede darse el caso de que la instalación doméstica sea deficiente, y entonces seguramente haya detrás un usuario sin recursos para costearse un cableado nuevo. Debe ser la administración la que identifique con ayuda de los ayuntamientos aquellas situaciones de vulnerabilidad para otorgar las ayudas y atención social necesaria. Y de forma paralela, impulsar cambios legales para minimizar los pinchazos (las personas que viven en pisos ocupados, por ejemplo, no pueden tener contadores de luz, lo que las empuja a pincharla). En el resto de casos que no tengan que ver con la pobreza energética, la actuación debe ser más estricta, aplicando las sanciones que correspondan. Y más contundente ha de ser la respuesta contra las plantaciones de marihuana, porque confluye un problema de salud pública.

No se puede dejar a las compañías que carguen ellas solas con el peso de los pinchazos fraudulentos, así como tampoco es justo que el conjunto de vecinos asuman las consecuencias en forma de constantes apagones. Desde la administración, afirman que harán falta meses para conocer las causas reales de los cortes de luz. Un tiempo demasiado largo, inasumible para los afectados.