Aunque nunca hubiera pensado que una pandemia (femenino) pudiera ser machista, algunos datos parecen apuntar hacia esa idea. Me refiero a la encuesta que ha realizado la Federación Internacional de Periodistas (FIP) a más de 500 mujeres periodistas en 52 países, entre el 19 y el 30 de junio. Aunque a muchos lectores les sorprenda, el hecho es que más de la mitad de las mujeres periodistas han sufrido un aumento de las desigualdades de género debido al covid-19, referidos a la conciliación de la vida laboral y privada (62%), las responsabilidades laborales (46%) y los salarios (27%). Según esta misma encuesta, más del 75% de las encuestadas vieron aumentar su estrés, siendo la razón principal las tareas múltiples que, curiosamente era algo que tradicionalmente había diferenciado a hombres y mujeres. Esto también está cambiando. Por otra parte, más de la mitad de las encuestadas afirmaron haber visto su salud afectada, ocasionándoles problemas de sueño.

No son estos datos estadísticos lo peor de la situación. En la Declaración de Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, realizada el 6 de abril, afirmaba que la pandemia, en la sombra, estaba generando violencia contra las mujeres. Se refería al periodo de confinamiento, en el que 4.000 millones de personas se refugiaban en casa ante el contagio mundial del coronavirus. Admitiendo que se trataba de una medida de protección, conllevaba otro peligro mortal: la violencia doméstica en todo el mundo, con un aumento espectacular en las llamadas en busca de ayuda. En Argentina, Canadá, Francia, Alemania, España, Reino Unido y los Estados Unidos se vio la necesidad de protección de emergencia, y lo mismo sucedía en Singapur, Chipre o Australia.

Internacionalmente, el confinamiento aumentó la tensión y el estrés generados por preocupaciones relacionadas con la seguridad, la salud y el dinero y reforzaba el aislamiento de las mujeres con compañeros violentos. Era la situación perfecta para ejercer un comportamiento controlador y violento en el hogar.

Si en España las vacaciones estivales han sido tradicionalmente un periodo del año en el que aparecían, en mayor medida, los conflictos familiares, la violencia doméstica y los divorcios, cabe plantearse que, si no se aborda debidamente, esta pandemia en la sombra se añadirá al impacto económico del covid-19 que nos está poniendo a prueba. La tensión que el coronavirus está generando en toda la sociedad está actuando sobre nosotros como la presión atmosférica. Aunque no la vemos, está ahí, y está actuando sobre nuestro estado de ánimo y sobre nuestro bienestar individual y colectivo. De la misma forma que somos conscientes de que el clima, la temperatura, o el viento intervienen en nuestro estado de ánimo, está pancrisis se nos va a llevar por delante, y no solo por las pérdidas humanas contabilizadas, sino también por nuestro bienestar psicológico, o incluso nuestra salud mental.

Algunas voces han venido diciendo que los humanos estábamos siendo depredadores con la naturaleza y con el planeta, en general, y que el coronavirus estaba actuando como un vengador justiciero, una especie de Spiderman, actuando sobre el mal. Sea lo que fuera, esta pandemia va a exigir de nosotros un esfuerzo extraordinario y deberemos renacer de esta crisis como mujeres y hombres fuertes, que ocupen el centro mismo de la recuperación de esta pancrisis.

Si los humanos estábamos siendo depredadores del planeta, la pandemia va a ser la depredadora de los depredadores.