El mundo está loco. Un ex marine mata a tiros a 12 personas en una fiesta universitaria; un experto en tiro español, hijo del último alcalde franquista de Rubí, es detenido por pretender atentar contra el presidente Sánchez, porque este anunció la exhumación de Franco; dos buzos dejan morir a su compañero porque les interesaba más buscar bultos de cocaína, para sacarles rendimiento económico, que salvar la vida de un ser humano y colega; un proxeneta republicano y dueño de varios burdeles, fallecido durante la campaña electoral norteamericana, gana las legislativas en Nevada arrasando con el 63% de los votos; y un presidente de los EEUU tapa la boca a la prensa, coartándola de su derecho a ejercer la libre información, acusándola de ser «el enemigo del pueblo», de ser fake news (noticias falsas) y de asaltantes, cuando lo único que pretende un periodista como Jim Acosta de la CNN es ejercer el derecho a informar y velar por la salud democrática de su país. Son todo radiografías de una sociedad perdida. ¿Cómo combatir semejante plaga, reconducir esta locura? Con una nueva forma de hacer política, con políticos de verdad. Seres humanos, con sus virtudes y sus defectos; capaces de trabajar con el objetivo común de poner fin a las grandes canalladas universales cada vez más numerosas en esta era; pero sobre todo, con conciencia global. Los fake politicians, a lo Trump, están de más. Ojalá que los últimos y sorprendentes cambios que las elecciones americanas han traído, sean un signo claro de que una nueva política es posible.H

*Periodista y profesora de universidad