El Ministerio de Educación se convierte a menudo en algo así como un laboratorio en tiempos de poco presupuesto para la ciencia. Lo malo es que las cobayas son cientos de miles de jóvenes, y que las decisiones no siempre son correctas. Se lanzaron a la calle para protestar contra un plan Bolonia que ya había fracasado en un puñado de países de nuestro entorno, y ahora han estado a punto de sufrir la importación de otro modelo del extranjero que no tiene aspecto de convertir a esas 'cobayas' en criaturas más educadas.

Hablamos de Montserrat Gomendio, secretaria de Estado de Educación, mano derecha del célebre Wert. Su intención: importar el modelo británico que podríamos bautizar como 'credibecas'. ¿En qué consisten? Muy sencillo: el Gobierno --o los bancos-- otorgan una beca al estudiante, y éste la devuelve "en cómodos plazos y sin intereses" al poco de acabar la carrera en cuanto encuentren un trabajo remunerado. Vamos, lo que toda la vida se ha conocido como "crédito", pero con la diferencia de que el ministerio espera amablemente a que uno halle un empleo. Y ahí está el primer error de las credibecas.

Gomendio basa su experimento en la experiencia británica, donde los estudiantes empiezan a devolver su 'beca' en cuanto encuentran un empleo de, al menos, 21.000 libras al año. En euros, unos 26.000. Miren a su alrededor: ¿Cuántos recién licenciados conocen trabajando y, lo que es más, cobrando esa cantidad?

EN ESPAÑA, la crisis ha disparado el paro juvenil hasta el 25%, y podríamos apostar a que, del 75% restante, una gran mayoría empieza con contrato de prácticas o soñando con alcanzar el 'status de mileurista. ¿Se puede devolver así un crédito? La plataforma Estatal por la Enseñanza Pública cree que no, y que las credibecas son el primer paso para que acaben asumiendo el coste total de su plaza universitaria, unos 10.000 euros de media.

Y un hipotético "bienvenido a la empresa" tampoco sería la salvación si De Guindos hubiera hecho caso a la CEOE, la patronal de los empresarios. Proponía que en los doce primeros meses de contrato se pudiera echar a la calle al trabajador sin indemnización alguna. Esto es menos de lo que duran muchos contratos de prácticas, y un tiempo insuficiente para retornar el dinero de unas credibecas que, por suerte, Educación ha rechazado por completo.

Periodista