El juicio a Igor el Ruso ha puesto de manifiesto muchos de los elementos escénicos que suelen acompañar a este tipo de actos judiciales, rodeados de dramatismo y expectación. Los papeles están repartidos desde el principio. El fiscal y los abogados de las víctimas se esforzarán en demostrar la culpabilidad del acusado, mientras que su letrado tratará de hacer reflexionar al juez y a los jurados sobre supuestos atenuantes, desde el trastorno mental hasta una supuesta legítima defensa.

Ninguno de esos atenuantes parecen confluir en el acusado de tres crímenes cometidos en Teruel, en Norbert Feher, cuya impertérrita personalidad apunta a la de un psicópata que eligió el mal camino y que disfruta haciendo daño a los demás. Seguramente, viene haciéndolo desde su adolescencia. En su época de aprendizaje paramilitar, la violencia se instalaría en su quehacer cotidiano como un oficio.

A posteriori, tanto los afectados como los interesados en este juicio obtendrán amplia información de cuál fue la escena del crimen y cuáles los motivos del acusado para disparar contra tres hombres a los que no conocía de nada.

Pero otra pregunta, hecha a priori, no estaría relacionada con la comisión de las muertes, sino con la posibilidad de haberlas evitado. Porque, ¿cómo es posible que nadie advirtiera a nadie de que un delincuente tan potencialmente peligroso como Feher vagara sin control por tierras de Aragón? ¿Por qué la Policía italiana no advirtió a la española y a la Guardia Civil de que un hombre armado y muy peligroso, culpable de dos asesinatos por los que no había sido detenido, había huido de Italia, dándose la posibilidad de que se hubiera refugiado en España? ¿Por qué no se consultó en los archivos de Europol si algún nuevo delincuente procedente de otro país europeo pudiera haber entrado en territorio español? ¿Por qué, frente a las evidencias de que los robos, agresiones, disparos que estaban alarmando al Bajo Aragón solo podían proceder de alguien bastante más temible que un simple ladrón de ganado, no se organizó un operativo preventivo, otro tipo de batida, con una fuerza mayor y mejor advertida del riesgo a que sus integrantes se enfrentaban?

¿Volverá a suceder?

Alguien debería contestar esta pregunta a priori.