Existen ahora mismo varios planos de ruptura generacional que la crisis (o sea, la reorganización social, económica y política) ha puesto de relieve. Resulta que en este país (y en otros) los jóvenes están condenados a vivir peor que sus padres, aunque estén mejor preparados. Lo cual se suma a diferencias culturales enormes provocadas por la revolución tecnológica y a una percepción muy diferente de lo que podríamos llamar el tema institucional, o sea la manera de entender la democracia.

Esto se nota en casi todo. Ves el recién acordado convenio de Opel-Figueruelas y te das cuenta de que los abuelos que ya se han jubilado o están a punto de hacerlo estuvieron bastante bien pagados y consiguieron, en los buenos tiempos, conquistar mejoras que aminoraban la dureza de la cadena y los demás cometidos. Los hijos empezaron a descolgarse hacia un estatus diferente, devaluado ya por las concesiones que fue preciso hacer, sobre todo en los últimos lustros, para asegurar que la planta pudiera ganar el curioso subastado que se hacía entre las fábricas de la marca cuando de montar un nuevo modelo se trataba. Los nietos habrán de conformarse con contratos a tiempo parcial y sueldos partidos por la mitad. Les prometen que algún día alcanzarán el nivel de sus abuelos. Pero eso ya...

El poder (el de verdad) sigue en manos de personas más bien mayores. La movilidad social se está reduciendo al mínimo, de tal forma que si no eres hijo de rico no alcanzarás ciertos puestos por muy listo que seas y muy formado que estés. Los medios se dirigen a un publico más que maduro (al que las teles ofrecen salvaescaleras, salvaeslips, pegamento para las prótesis dentales, cremas para el dolor de articulaciones y comida para las mascotas). Los partidos tradicionales se aferran a una clientela entrada en años, menos proclive a irse con el voto a cualquier formación nueva. El mundo de la posmodernidad se vende con imágenes de jóvenes guapas/os, de fiestas, de moda, de famoseo junior... Pero son los viejos los que controlan el negocio. Y hacen caja.