La sucesión de escándalos de corrupción pone de manifiesto una cuestión que no solo se debe a las irregularidades económicas y las corruptelas en la vida política, aunque estas tienen gran influencia en lo que está ocurriendo: la crisis del sistema de partidos instaurado en la transición a la democracia. Los expertos que opinan hoy en el diario consideran que la actuación de los partidos --con especial responsabilidad de los mayoritarios-- está en el origen de la crisis política y moral que padecemos. Y aunque el término causa recelo porque era utilizado por el franquismo para descalificar a las formaciones políticas, los partidos han convertido la democracia en partitocracia.

La partitocracia es el dominio abrumador de los partidos en la vida política, un defecto comprensible (porque su protagonismo era necesario) tras la salida de la dictadura, que los prohibió y los combatió con denuedo. Pero su poder se ha prolongado y acentuado, sin que las grandes formaciones hayan sabido o querido poner límites al fenómeno. La falta de democracia interna, la financiación irregular permanente y consentida y el reparto descarado de los órganos de control que en teoría deberían vigilar sus excesos han caracterizado a este sistema de partidos en quiebra, que el destape de la corrupción tras la época de las vacas gordas ha colocado en un camino sin retorno.

REGENERAR EL SISTEMA

Como pocos creen ya que la regeneración pueda venir de los propios partidos, que solo proponen medidas que favorecen sus intereses --la aplazada reforma electoral municipal del PP, por ejemplo--, serán los ciudadanos con sus votos quienes se encarguen de regenerar el sistema. Hacia eso apuntan las encuestas con el auge de Podemos, que, según el sondeo del CIS que se hará público la próxima semana, puede convertirse en la primera o segunda fuerza en intención directa de voto. Sin embargo, en la entrevista con el eurodiputado de Podemos Pablo Echenique que hoy publica EL PERIÓDICO, este prefiere derivar la fiabilidad de los sondeos para cuando se esté más cerca de las elecciones y que ahora lo que hay que hacer es un programa sólido y propuestas que "cambien este país y que hagan que la gente que está sufriendo deje de hacerlo". El ciclo electoral del 2015 --municipales, autonómicas y generales en España-- puede significar la defunción del actual sistema de partidos y dar paso a parlamentos más plurales, pero también más fragmentados y menos gobernables.