Esta semana, en Francia, ha tocado crucificar al pobre Yann Moix. ¿Creían que este país era el único donde cada día se le hace un juicio sumarísimo a alguien? Pues no, queridos lectores. En mi adorada Francia, también. Así es el nuevo mundo, todo compresión y tolerancia, todo análisis y matiz. El bobo de Yann Moix es un escritor francés de 50 años, bastante conocido, bastante bueno, al que le encanta provocar y polemizar. En persona es poco agraciado, algo pedante e intenso, tímido, amable y con ganas de agradar.

Este buen hombre ha tenido la osadía de decir en una entrevista con Marie Claire que jamás podría enamorarse de una mujer de 50 años. La entrevistadora le pregunta si la juventud es un criterio de selección y Moix responde que no. Y dice a continuación: «Tuve la suerte de cruzarme con Fanny Ardant en casa de Gérard Depardieu, no sé qué edad tiene, pero es una belleza extraordinaria». Y la entrevistadora: «¿Significa eso que podría usted amar a una mujer de 50 años?» (Ardant tiene 69). Y él exclama: «¡Ah, no! ¡No exageremos! Eso no sería posible».

Indignación nacional en Francia, noticia en todos los medios, linchamiento mediático y posterior entrevista en la radio para decir que él no tiene por qué dar explicaciones ante el tribunal del buen gusto. Todo porque un escritor mediocre haya dicho que no le gustan las mujeres de 50 años. ¿A alguna mujer de 50 años le importa de veras haberse enterado de que Moix nunca intentará ligársela? ¿A alguien le parece tan escandalosa e inaceptable la noticia de que, a menudo, un cuerpo de 20 años (de mujer o de hombre, da igual) es más bello que uno de 50? No sé hacia qué mundo vamos, no sé qué mundo estamos intentando inventar, pero es falso, moralista y mentiroso. Yo prefiero vivir en este, el de la realidad, donde la gente a veces dice bobadas, donde a mí me sería imposible enamorarme de un tontaina como Yann Moix (a los 20 o a los 120), donde los cuerpos envejecen y el amor a veces se esfuma. A pesar de todo, me parece un mundo cojonudo. H *Escritora