Cuando escribo este artículo, no se sabe cómo acabará la psicodélica negociación entre las derechas. Presumo que al final pasarán todas ellas por el aro; es decir, el aro del PP. Cs, al que las urnas le han negado una y otra vez el muy ansiado sorpasso, se ha ido dando cuenta de que, sometiéndose al formato andaluz, será durante los próximos cuatro años la mera sombra del PP. Pese a su aparatoso retroceso en votos y cargos electos, los de Casado siguen marcando el paso y reclaman presidencias de gobiernos autónomos y diputaciones, alcaldías y otros puestos de mandar. Visto lo cual, algún atribulado naranjito habrá caído en la cuenta de que los pactos entre conservadores van a ser mucho más complicados y lesivos que aquellos otros que la aritmética les puso a huevo: con el PSOE, claro... Pero ahora ya es muy tarde para rectificar.

Cs está en la derecha, pelea por ser hegemónico en la derecha y no se puede soltar de la derecha... donde solo le cabe ejercer de segundón. Para colmo, Vox, imprescindible en muchos acuerdos importantes, se ha mosqueado y amenaza con bloquear la elección de regidores conservadores en importantes capitales, Zaragoza incluida. Todo esto da un poco de risa, la verdad.

Los de Rivera se consolarán con alguna Alcaldía de segundo nivel (la de Huesca, por ejemplo, que pueden tener ¡con solo 3 concejales de 25!) o repartiéndose el mandato en otras ciudades (extravagante concesión del PSOE en La Mancha). Poco más. Es normal que anden rebotados y que quieran por lo menos Madrid, para presumir de haber relevado a Carmena. No alcanzarán tan visible objetivo. Y encima tendrán que contentar a Vox con algún gesto cariñoso (como en Andalucía, una y otra vez), y dejar caer por el sumidero su pretendida adscripción liberal.

Mientras todo esto se aclara, es probable que hoy se constituya el Ayuntamiento de Zaragoza en medio de la incertidumbre y el barullo. Vaya espectáculo están dando las gentes de orden. Incluido Lambán, quien todavía espera a Cs cogido de la manita del PAR. Qué movida.