La exposición de Columna Villarroya en el Palacio de Montemuzo, en el casco viejo de Zaragoza, es un canto a la naturaleza, a su belleza y a su poder, y una metáfora de nuestra presencia en el mundo.

El elemento humano, fabril, científico, de la especie humana que pretende dominar esa naturaleza a veces amable, a menudo hostil, es, simplemente, un espejo. Un símbolo. Un reflejo que sirve para homenajear a la propia naturaleza, proponiéndole un juego de perspectivas, modificando la visión pero sin variar su esquema.

Es como si la artista, esa extraordinaria e intuitiva fotógrafa que es Columna Villarroya invitara a montañas y lagos a contemplarse a sí mismos en un ejercicio de coquetería susceptible de aplacar sus iras, dulcificando con las mieles del narcisismo, con su propia e imposible contemplación, los humos y los fuegos, los oleajes y vientos de un planeta tierra airado por la pretensión de los intrusos de sojuzgarla.

Así, arenas, océanos, espigas de trigo o mantos de nieve se reflejarán en esos pedazos de esmerilado vidrio con otro ángulo y tamaño, pero sin alterar su sustancia. Estamos viendo árboles, praderas, nubes, pero ellos/as se están, a su vez, viendo a sí por primera vez, despertando, gracias a la lente del fotógrafo, a la conciencia cósmica, y nos hablan, nos contemplan a su vez, son parte ya de nuestro lenguaje merced a esos espejos que Columna ha ido sembrando entre las las luces del amanecer y del anochecer como versos de un poema.

Hay poesía, un profundo respeto y honda sensibilidad en esta colección, titulada, también poéticamente, del Paisaje. La artista se ha acercado tan sigilosa y cariñosamente a la naturaleza que ésta la ha aceptado y a través de ella nos habla, despliega sus colores, sus texturas y susurros, a fin de conmovernos y capturarnos con otros lazos y someterse a la interpretación. Y asimismo Columna Villarroya, asimilada al entorno natural, nos deja ver las raíces y flores de su interior, los pétalos y las troncos de su vida afectiva, rostros que se reflejan en su espejo existencial, algunos objetos, sueños, obsesiones, destellos que la han acompañado en su devenir artístico.

Fotografías que son como cuadros, paisajes que desnudan algo esencial y al mismo tiempo próximo y real como el contacto de la mano en la piedra o la lluvia sobre nuestra piel.

Arte y naturaleza.