Fue uno de esos días espectaculares. Para quien no sea aficionado al fútbol: se jugaba la primera eliminatoria para que un equipo, dentro de unos meses, acabe ganando la Copa del Rey. Un grupo de clubs modestos tenían el privilegio de que el sorteo les había enfrentado a equipos de Primera División. Era una fiesta, era la seguridad de conseguir una gran afluencia de público y, por lo tanto, una buena recaudación. Albergaban, naturalmente, la muy deportiva y secreta ilusión de ganar al poderoso, aunque no era preciso soñar tanto.

Pero por Cataluña pasó un huracán que lo ha desmontado todo. El equipo de Santa Coloma de Gramenet ha eliminado al Barcelona, el líder de la actual Liga, el Terrassa ha ganado al Espanyol, el Lleida ha dejado fuera de combate al Valencia, el campeón de la última Liga, y el N stic de Tarragona ha hecho caer al Real Zaragoza, el actual campeón de la Copa del Rey. Los compañeros especializados en deportes ya han hablado con la capacidad de análisis necesaria de esta lección que cuatro equipos catalanes de Segunda han dado a cuatro grandes equipos de Primera. Y, dejando ahora el fútbol de lado, esto es lo que quiero señalar: un día u otro llega la hora de los segundos.

Ocurre no sólo en los deportes, sino en todas las actividades humanas. En el arte, en la ciencia, en la política, en la literatura, en la gastronomía. En todos los campos existen unos nombres que son considerados los primeros . Digo deliberadamente considerados, porque si en el fútbol las categorías están estructuradas oficialmente, en aquellos otros ámbitos los primeros y los segundos lo son por criterios más elásticos y opinables. En función de quién opine y del momento en el que lo haga, cualquiera puede llegar a ser un escritor de primera o de segunda, y lo mismo sucede con otra persona que sea pintor, y con tanta otra gente de distintas actividades.

Pero es probable que al cabo de un tiempo, alguien calificado de primera sea rebajado a segunda, o a tercera, y que un escritor, un artista, un arquitecto, un compositor que, de acuerdo con los sabios de turno, eran de segunda, los considerados nuevos sabios los hagan subir entusiásticamente a primera. Me parece magnífico. Y quien se muestre demasiado seguro, que lo tenga presente: los de segunda pueden acabar ganando.

*Escritor