Dicen que el coronavirus afecta igual sin distinguir de clases sociales. Lo siento, pero no estoy de acuerdo.

Mientras algunas personas vivimos con cierta comodidad el encierro en nuestras casas con nuestro wifi, nuestra televisión a la carta, nuestros libros, la abundancia en neveras y despensas de alimentos frescos y saludables, hay otras muchas que no están tan «agustito». Son esos individuos o grupos de seres humanos confinados en incómodos pisos sin nada de esto. E incluso peor. Sin calefacción, ni agua caliente. Las capas sociales más pobres están más machacadas por el bicho que el resto.

Qué decir de nuestros pequeños, afanados en exprimir las nuevas tecnologías para que los contenidos académicos lleguen a todos los alumnos. Tenemos que saber que hay niños y niñas que no tienen esos medios en sus hogares. Ni internet, ni ordenadores, ni unos padres y madres que sepan y puedan apoyarles en el refuerzo de su educación.

¿Y nuestros mayores? Los hay que viven en la absoluta soledad, más aislados y solos, más vulnerables. Recordemos también a aquellos cuyos trabajos son más precarios. No son pocos los que no cobran si no van al tajo y que, por desgracia, no estarán amparados ni por las medidas de ERTES aprobadas por el Gobierno y, en algunos casos, ni siquiera tendrán prestaciones sociales.

Pero es que tampoco cuando nos ataca el virus, quedamos infectados de manera leve y tenemos que realizar una cuarentena de aislamiento la podemos afrontar en igualdad de condiciones. ¿Cuántas personas disponen en su casa de una habitación y un baño que pueda reservarse a un uso individual?

Desde este rincón de confinamiento responsable y privilegiado, mi cabeza pasa algunos ratos de ensoñación y visualiza una sociedad reinventada, en la que las brechas sociales disminuyan, en la que todas las personas tengan acceso a todos los medios cuando este tipo de catástrofes sucedan. Que cuando llueva no sea sobre mojado. En otros ratos, cuando abuso de las redes, dejo de imaginar en positivo y creo que no cambiaremos, que el yo seguirá imponiéndose al nosotros.

Le tomo la palabra al presidente del Gobierno y habrá que ponerse ya, sin esperar a que esto pase, a crear un Estado de Bienestar fuerte y sólido, ese mismo que quedó apaleado en la crisis económica y ahora no tiene suficientes respuestas, ni hospitales, ni médicos, ni mascarillas.

Ánimo, fuerza y, por favor, hacer caso a las indicaciones de las fuentes oficiales #yomequedoencasa.

*Socióloga