Me considero una persona educada, me considero una persona que se dejaría cortar un dedo para que mi oponente pudiera llevarme la contraria. Me considero una persona que desprecia la demagogia y ama la lógica, el razonamiento y eso que los franceses inventaron llamado Ilustración. Por eso me cuesta cada vez más engancharme a La Sexta, en los sábados que no salgo por ahí; es una cadena que la considero imprescindible, saludable, higiénica, en esa caterva de ofertas tan agotadoras. Pero en La Sexta Noche han optado claramente por la demagogia. Habrán analizado que frente a los debates donde brille la información y la sensatez, con el grito, el insulto y la ideología (siempre próxima al PP) les da votos. Ellos verán. Yo no los veré.

Este sábado invitaron a sor Lucía, una monja diferente. Una monja guerrillera. Una monja que, desde el barro que pisa a diario, le saca los colores a Montoro, para exigirle que "pida perdón a esos pobres que desprecia". Los aplausos de los asistentes corroboraron que esta mujer dice lo que no dicen los políticos. Pero el insulto llego después; cuando apareció Ada Colau, representante de PAH, y se sometió al repaso de la bancada: un personaje tan mediocre como Alfonso Rojo la llamó "gordita". Al parecer "gordita" es una categoría política. Una gordita ya es sospechosa. Iñaqui López, el presentador, hizo el paripé de escandalizarse, pero todo está orquestado así. Si no quisieran bronca no invitarían a bronquistas. Paso de ello. Prefiero ver a Jorge Javier en Tele 5, no engaña a nadie.