Ha cumplido el Gobierno de Aragón sus primeros cien días y no solo es una balsa de aceite, sino que, además, han sido más de tres meses super productivos para la comunidad, al menos aparentemente (anuncio de la llegada de Amazon y presentación de los presupuestos del 2020, incluidos). Los ayuntamientos también cumplieron hace ya más tiempo esta cifra redonda que es el periodo de cortesía para dejar hacer y ver hacia dónde camina la gestión tras las elecciones. El consistorio de Zaragoza, la segunda institución de Aragón, es menos balsa de aceite, los planes y proyectos tienen algo más de crítica, pero tampoco hay una oposición estridente. Y es que, por primera vez en la historia de Aragón todos los partidos con representación parlamentaria tienen algo que hacer en la faceta de gobernar. Cuatro partidos están en el Gobierno de Aragón: PSOE, PAR, Podemos y CHA. Otros dos están al mando del Ayuntamiento de Zaragoza: PP y Ciudadanos. Y los dos que quedan se mojaron en las investiduras: IU apoyó el pacto transversal cuatripartito de la DGA, y los ultras de Vox le dieron el voto a Jorge Azcón porque si no no hubiera sido elegido alcalde de Zaragoza. Con esta situación, ocurre que la gestión avanza sin severos contratiempos (un excelente síntoma para el territorio), y que la oposición de cada bloque parece vibrar más con los asuntos nacionales (Cataluña o el Gobierno de España o cómo poner en aprietos ideológicos a los otros) que los propios de las competencias de cada institución. A lo mejor estamos iniciando una buena etapa de estabilidad en Aragón y en Zaragoza. Ojalá.

Esto no significa que no haya tensiones políticas, pero pura verborrea más fruto de la tensión que requieren los políticos y de lo que tienen que hacer por aquello de seguir la estela nacional de sus grupos, que por lo que realmente viven en la comunidad.

Esta semana que acaba hemos tenido dos ejemplos claros. El primero llegó en el pleno vespertino de las Cortes de Aragón del pasado jueves. Una vez más, el grupo de Vox llevó ruido a los debates en la Aljafería para hablar de esas cosas que no afectan en nada, que no están esperando los aragoneses y que no aportan algún tipo de solución. Da la impresión que solo van como a por una caza de brujas. Pedían la ilegalización inmediata de los partidos independentistas y la consideración de los CDR (comités de defensa de la república catalana) como grupos terroristas. Es decir, un claro ataque a la pluralidad de ideas que se enmarca dentro de todas las peticiones, intervenciones y preguntas que han hecho los diputados de Vox en las Cortes de Aragón. Y frente a esto, PP y Ciudadanos no son valientes y no dejaron solo al grupo ultraderechista sino que apoyaron, dicen que con matices, aunque afortunamente el bloque del Gobierno más IU rechazó la petición. Una jugada más para poner nerviosos a algunos de los grupos que sustentan el Ejecutivo de Lambán. Porque la oposición busca más cómo sacar los colores al PAR o a Chunta o a Podemos o a los propios socialistas, y de paso poder decir que el Gobierno hace aguas en este o en aquel tema, que en sugerir alguna alternativa, solución o proyecto de calado que afecte plenamente al conjunto de aragoneses.

Pero al día siguiente, vimos en el Ayuntamiento de Zaragoza cómo se quería (y ya veremos en qué queda mañana) forzar una declaración institucional contra la violencia de género por parte del PSOE (con apoyo obviamente, se supone, de Podemos y ZeC) cuyo fin último es intentar poner en jaque a Vox y, como las sombras son alargadas y por extensión, al equipo de gobierno PP-Ciudadanos. Sabida es la postura del partido de Abascal en esta cuestión y sabido es también cómo en Madrid se montó lío con el gobierno conservador municipal, y quién sabe si en Zaragoza, debieron pensar los socialistas, aunque lo nieguen, se puede seguir haciendo ruido...

O con las luces navideñas de la calle Alfonso, con los colores de la bandera de España, se supone que preparadas las bombillas para que luzcan el Día de la Constitución, aunque otros han interpretado que solo es porque Vox está muy presente en las decisiones del alcalde... Más ruido.

Estamos asistiendo, pues, a un inicio de mandato en el Pignatelli y en la plaza del Pilar donde la oposición va a dar poco juego porque todos pisan poder. Y eso supone o al menos debería suponer, que viene un largo periodo de gestión estable, avance en cuantas más materias mejor y, sobre todo, que beneficien a los aragoneses. Que la tensión solo sea ideológica, quizás es muy buena señal.

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