Si mis cuentas son exactas, y considerando que en algunas legislaturas llegó a haber más de un gobierno, desde las primeras elecciones autonómicas de 1983, en Aragón ha habido cuatro gobiernos de un solo partido y ocho de coalición. Todos con su correspondiente oposición que ejercía como tal hasta sus últimas consecuencias. Basta leer los diarios de sesiones de las Cortes de Aragón o los medios de comunicación de la época para comprobar la talla de portavoces y la contundencia de su acción.

El PSOE constituyó tres gobiernos en solitario -dos de ellos fruto de la moción de censura- y el PAR uno durante un año escaso. El PAR presidió dos gobiernos de coalición con el PP y este otros dos con el PAR. El PSOE formó con el Partido Aragonés tres gobiernos de coalición que duraron doce años y uno con la CHA. Aragón es, posiblemente, la comunidad con mayor abanico de opción, manifestación de la pluralidad política que siempre ha existido y de su vocación de acuerdo.

Así llegamos a las últimas elecciones de mayo de 2019, fruto de las cuales se formó un llamado Gobierno cuatripartito integrado por PSOE, UP, PAR y CHA. Gobierno que ha demostrado la existencia de un nuevo misterio de la Santísima Trinidad, esta vez con cuatro personas en vez de tres. Cuatro personas, pero un solo Dios verdadero y una única manifestación tangible. Porque cada vez es más evidente que el presidente Lambán ocupa todo el escenario político en la comunidad, sin que los presuntos socios se dejen ver y sin que la oposición ejerza sus funciones, tan importantes como las ejecutivas. Inoperancia que algunos justifican en la necesidad de llegar a acuerdos para hacer frente a la grave crisis sanitaria y económica que todos estamos sufriendo. Pero, una cosa no quita la otra. La responsabilidad en la crisis no debiera ser menor que la de ejercer de control del gobierno.

El actual Ejecutivo se formó, entre otras razones, para evitar que gobernara Vox, convencido y declarado antiautonomista, pero, sobre todo, para «hacer Aragón» mediante políticas moderadas y de amplia base social. Se requería de un gobierno sin extremismos para buscar más el encuentro que la crispación que existe a nivel nacional. Rememorando los doce mejores años de la historia de Aragón correspondientes al periodo 1999-2011, bajo la presidencia de Marcelino Iglesias en un Gobierno de coalición PSOE-PAR. Seguro que alguno piensa que no fueron los mejores, pero casi nadie negará que fueron los más productivos, los de mayor progreso económico y social.

Hoy, al presidente Lambán le sobran los socios y el parlamento no le crea ningún problema. Sin embargo, lo que al presidente le resulta cómodo, a Aragón no le convine nada. Entre la manifiesta inoperancia de los coaligados, la incidencia del virus y el hecho de que de Aragón solo habla Lambán, tenemos una comunidad sin latido político. Sin corazón no saldremos de la crisis, porque solo el presidente no basta.

UP es responsable de las universidades, cuyos rectores mandan más que el gobierno competente. La presencia de la CHA nada tiene que ver con su frenética actividad en el Gobierno anterior, que tanta visibilidad le dio. El PAR tiene formalmente atribuidas competencias en, quizá, los dos sectores que más sufren la crisis como son el comercio y el turismo, y no «rascamos» nada. Sin embargo, uno de los sectores con mayor futuro, como el de las energías renovables, con gran capacidad de generación de empleo y empresarios con capacidad y disposición a invertir, lo tenemos atascado. De la oposición poco hay que hablar, lo cual dice todo.

Cuando alguna de las vacunas acabe con el virus ¿qué hará Aragón? ¿Anticipará el presidente las elecciones para intentar aproximarse a la mayoría absoluta y capitalizar así todo el ímprobo trabajo que ha realizado en estos meses? ¿Volveremos a retomar los problemas que Aragón tiene pendientes desde hace años? ¿Continuaremos con el desarrollo del autogobierno? Y -entenderán que me preocupe especialmente- ¿qué será del partido más determinante que ha tenido Aragón desde la Transición?

Porque no creo que ni a Aragón ni al PSOE les convenga que el PAR acabe por desaparecer en la próxima ocasión. Sin embargo, ese será su destino si nos limitamos simplemente a estar, sin ser ni hacer nada.