¿Ha merecido la pena el esfuerzo? Esa es la duda que ahora mismo flota sobre toda la sociedad española después de asumir un confinamiento de ocho semanas, seguramente el más severo de los países de nuestro entorno, y un grado de cumplimiento con elogios internacionales incluidos. De la perplejidad y la resignación a la solidaridad y el unánime reconocimiento a sanitarios y servicios básicos. Por un momento pareció que de esta pandemia íbamos a salir mejores, convencidos de la importancia de lo público, y concienciados de la necesidad de lo colectivo. Pero lleva camino de quedar en un espejismo.

No hay quien no sepa que la desescalada es un proceso que en cualquier momento puede encallar para volver atrás, en base a criterios técnicos, amén de la posibilidad de una segunda oleada que sobrevuela como amenaza. Desde el Ministerio de Sanidad se ha explicado que «la clave para no retroceder es la responsabilidad individual», aunque Casado ha decidido que no se debe «volver a la excepcionalidad» y que hay que «convivir con el virus». Es obvio que el líder del PP piensa en el desgaste del adversario, fiel a aquella recomendación de Churchill, político con más herramientas que una navaja suiza: «Nunca desaproveches una buena crisis».

Solo ha faltado que el principal feudo del PP, Madrid, no haya pasado aún a la primera fase. Y que tras dos meses sin otra propuesta que banderas a media asta y unas barricadas de dinero en el barrio de Salamanca, proponga ahora un plan llamado 'Activemos España', que en lo económico exige no aceptar rescates de Europa, bajar impuestos y facilitar ayudas a todo el mundo sin especificar de dónde debe salir el dinero.

Pese a su empeño, Casado no es, ni mucho menos, el único que está fuera de tono y de momento. El socialista Simancas, respirando por su vieja herida, ha encontrado una única explicación y ha culpado directamente a Madrid por la tasa de muertes total en España, mientras el ministro Garzón, otras veces comedido, ha puesto en cuestión la gestión turística en el peor momento posible cuando el sector aporta el 15% del empleo (según WTTC vía CE).

Podían hacer como Azcón y dedicarse simplemente a empalagar a base de hacerse más fotos que un turista en Nueva York, pero no, prefieren seguir metiendo la pata para recordarnos a todos que detrás de la crisis sanitaria están la económica y la social, sí, pero también institucional. Que es la más antigua de todas.

Periodista