La caída de la actividad, el parón de la economía va a dejar un panorama social y económico desolador. Cierre de muchas pequeñas empresas, desempleo masivo y unas cuentas de las administraciones públicas con un enorme déficit. Un macabro cálculo que hizo 'The Economist' sobre el coste de una vida humana, comparando mantener la actividad económica o pararla para limitar la expansión del virus, calculaba para el caso de EEUU que la vida humana valía 60.000 $. A lo mejor a estos ultras y descerebrados, que acusan al Gobierno de liberticida, tengan nombre catalán, aragonés o castellano, les parece mucho y preferirían haber mantenido las persianas de la actividad subidas. Ustedes verán si los escuchan o los leen.

Pero volvamos a las cuentas. La tentación de cualquier responsable de una administración pública, ante un desajuste de estas características, sería tratar de minimizarlo, buscando dónde recortar, eligiendo prioridades, ahorrar en lo posible. En esta ocasión no hay alfombras que tapen el agujero, práctica frecuente en estos lares. Además, no se debe recurrir a esas trampas. Soy un militante del equilibrio presupuestario, especialmente en el largo plazo. En el corto, las administraciones públicas pueden incurrir en déficits que se compensan con superávits en otros ejercicios. En las circunstancias actuales, yo no trataría de minimizar el déficit, buscando qué partidas suprimir. Todo lo contrario, el sector público debería desplegar todas las actividades que tenga consignadas en los Presupuestos y ejecutarlas al cien por cien, precisamente para compensar la caída de la actividad del sector privado. Tratar de restaurar la normalidad en el menor tiempo posible.

Una práctica tradicional en las administraciones locales y autonómicas y también en la central, principalmente en estos años de fuertes ajustes, era cerrar el presupuesto nada más acabar el verano, con lo cual una cuarta parte del gasto de ese año pasaba contablemente al siguiente. En mi opinión, todo lo contrario, se debería activar la administración para acelerar la ejecución del presupuesto y agotarlo ¿Y esto cómo se paga?

Trataré de explicar lo que muchos de ustedes han oído de Europa, los coronabonos y esas cosas. ¿Qué sucede cuando una persona endeudada va al banco a pedir un préstamo para atender una urgencia? Que, o no se lo dan o se lo cobran más caro, mayores intereses y garantías. Pues bien, España tiene una elevada deuda pública como conocen, casi el cien por cien del PIB. Tendría dificultades para acudir a los mercados internacionales a pedir prestado, por las garantías a ofrecer y por el coste (intereses) que supondría. Aquí es donde debe de estar Europa.

Para que se entienda, simplificando la idea, los coronabonos o la mutualización de la deuda supone que Europa ofrece garantía de pago de los préstamos que pida cada país lo que implica es que se pueden conseguir fondos y además a unos intereses aceptables. Esto sirve para el Estado que debería transferir fondos al conjunto de comunidades autónomas y administraciones locales con la misma filosofía. No se ha seguido el modelo de la mutualización y se recurre a otro tipo de préstamos o dinero barato del Banco Central Europeo. Las cantidades serán astronómicas, quiero pensar que serán suficientes, pero no dejan de ser préstamos. En realidad, debería habilitarse un fondo de reconstrucción a fondo perdido, como una acción solidaria. (que se financiara con lo que se evade desde los paraísos fiscales de Holanda, Luxemburgo, Irlanda).

Me parecía muy oportuna la propuesta española de una deuda perpetua para financiar la reconstrucción. El agujero de esta crisis debería tener un tratamiento separado de los balances ordinarios de las administraciones públicas, de forma que atenderlo financieramente se hiciera en un plazo muy largo, para no quebrar la necesaria recuperación económica, y no se olvide también social, en el corto y en el medio plazo. Mientras tanto, deberíamos recriminar a estos partidos que no aportan nada y crean ansiedad en la ciudadanía con las medias verdades y las mentiras sin cuento. Los bulos también matan y hace bien el Estado en defenderse, mejor dicho, en defendernos.

*Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Zaragoza