La sociedad se vuelve cada vez más compleja y para definir nuevas realidades sociales imprevistas aparecen neologismos.

PRECARIADO apareció en el libro El precariado. Una nueva clase social, de Guy Standing. Es una clase masiva emergente, a la que se le han negado derechos políticos, civiles, sociales y económicos, y caracterizada por una creciente desigualdad e inseguridad. Cada vez más global, el precariado se ha convertido en un fenómeno social, reivindicado por movimientos como Occupy Wall Street o el 15-M. Pero esta masa no es una simple víctima, es también un agente dinámico de cambio social.

COGNITARIADO es un grupo social formado por personas con alta formación académica, que desempeñan un trabajo intelectual y que perciben un salario muy bajo no acorde a su nivel de estudios. Es una condición laboral y profesional dominante en la sociedad postindustrial del conocimiento y las TIC. Aumenta cada vez más la proporción de trabajadores especializados que se caracterizan sobre todo por la capacidad cognitiva. La tendencia histórica parece indiscutible: a más «sociedad del conocimiento», más trabajadores cognitivos. El cognitariado en gran parte es precariado.

APOROFOBIA significa miedo, rechazo o aversión a los pobres, que fue creado por la filósofa Adela Cortina. Solemos llamar xenofobia o racismo al rechazo a inmigrantes o refugiados, cuando en realidad esa aversión no se produce por su condición de extranjeros, sino porque son pobres.

FEMINICIDIO hace referencia a un tipo de homicidio específico en el que un varón asesina a una mujer, chica o niña por ser de sexo femenino. A diferencia de otros tipos de asesinatos, los feminicidios suelen ocurrir en el hogar como consecuencia de violencia de género. También se categorizan dentro de los crímenes de odio, dado que se dan en un contexto en el que lo femenino ha sido estigmatizado.

JUVENICIDIO comienza a usarse en el ámbito de las ciencias sociales, especialmente en el de la sociología. El sociólogo mejicano José Manuel Valenzuela introdujo el concepto en su libro Sed de mal, 2012, escrito ante la avalancha de muertes juveniles por asesinatos que cada año rompe récords en el Valle de Juárez en México. El autor coordina una serie de trabajos, publicados en el libro editado en octubre de 2015 Juvenicidio. Ayotzinapa y las vidas precarias en América Latina y España. Estremece conocer las auténticas masacres de jóvenes en toda América Latina, sometidos a la precarización, vulnerabilidad, estigmatización, criminalización y muerte, impuestas por quienes detentan el poder, con la activa participación de las industrias culturales que estereotipan y estigmatizan conductas y estilos juveniles, predisponiendo a descalificarlos como revoltosos, vagos, violentos y criminales. Son sacrificables, cuya vida les puede ser arrebatada ya que su muerte, según Giorgio Agamben, no tiene consecuencias jurídicas porque ni siquiera se mencionan como homicidio.

CUIDATORIADO, aplicado a la clase social cuyo trabajo principal es el cuidar (care) y que en la mayoría es no remunerado. El término se debe a María Ángeles Durán, Premio Nacional de Sociología, la cual en una reciente entrevista nos explica el término. Todos los demandantes de cuidado, niños, enfermos, ancianos por las carencias de nuestro Estado de bienestar y que no lo pueden comprar en el mercado, tienen que recurrir a cuidadores, que son la nueva clase social equivalente al proletariado del siglo XIX. Está compuesto por dos grupos. Un grupo, el más estudiado, el remunerado, formado básicamente por mujeres inmigrantes con condiciones laborales muy precarias. Mas, la mayoría son mujeres de mediana edad o de edad avanzada que no cobran y que lo hacen por afecto familiar. Estas mujeres no tienen ninguno de los derechos conseguidos por los trabajadores. No tienen derecho a la seguridad social, lo tuvieron con la ley de dependencia, lo perdieron con la crisis, y ahora parece que lo vuelven a tener. Si no has tenido seguridad social, al ser mayor estás condenada a la miseria y a la dependencia.

María Ángeles en La riqueza invisible de los cuidados ha calculado que el trabajo del cuidado en los hogares no remunerado equivale a 28 millones de empleos a tiempo completo (aplicada la misma jornada que al sector servicios). Las opciones que habría son: pagarlo, eliminarlo o redistribuirlo. Se podrían combinar las tres. Pero es sumamente difícil. Si se decide pagarlo, como la mayor parte son niños, ancianos o personas muy enfermas no tienen dinero, debería hacerlo Estado, lo que supondría subir mucho los impuestos. Calcula que tendría que subir un 70% el IRPF para pagar parte de los cuidados que se hacen ahora gratis.

Otra posibilidad es la supresión. De hecho, en España es lo que se hace, por la vía de no tener niños. Pero donde únicamente se puede hacer un avance muy grande sería con la redistribución. Por la vía del género, que los hombres contribuyan mucho más. Y en eso se ha notado el paso del tiempo. Los hombres jóvenes y muchos de los abuelos que antes no les parecía bien ir a recoger al nieto, ni hacer la compra o cuidar a alguien en la familia, ahora lo hacen. Hemos mejorado, pero lentamente. Y la otra vía es una redistribución por edad. Se supone que el cuidado de mayores no lo hacen los jóvenes, pero tendrán que participar más en esas tareas colectivas no remuneradas.

*Profesor de instituto