Por segunda vez en una semana, la Plataforma de las artes escéncias de Zaragoza ha llevado su grito de protesta a la calle, al lugar más emblemático de la ciudad, la plaza del Pilar. Esta vez respondía a una convocatoria nacional, pero con el mismo objetivo: visibilizar su enfado con los poderes públicos, por su falta de respuesta. Como todos los sectores productivos de este país, la pandemia ha hecho mella en los colectivos que integran estas plataformas: gentes del teatro, de los grupos de calle, del circo, cómicos, músicos... que con la paralización de la actividad se han visto sin trabajo. Pero es que el camino a la normalidad tampoco les está facilitando las cosas. La suspensión de la mayoría, por no decir de casi todas, las fiestas locales han frenado de golpe la posibilidad de avanzar, aunque lentamente, en su trabajo. Y las ayudas de las adminsitraciones no llegan o, directamente, no se contemplan. Mientras ven como otros sectores ligados al ocio están teniendo una desescalada más acelerada, estas pequeñas empresas siguen sin ingresos con los que mantener los empleos. Tienen razón en exigir un trato mejor por parte de los poderes públicos porque su trabajo también alimenta y contribuiría a hacer más llevadera la recuperación emocional de muchos ciudadanos. Están en todo su derecho de reclamar su cuota de participación en este plan de recuperación de la ciudad abanderado por el Ayuntamiento de Zaragoza y también en plantear que se programen actividades que les permitan afrontar la falta de fiestas populares. Las medidas preventivas para evitar los rebrotes no deben ser excusa para obviar sus exigencias porque, debidamente organizados, manteniendo las distancias que marcan las autoridades, y al aire libre --como si no hubiera escenarios de este tipo en la capital aragonesa-- pueden celebrarse eventos. Así es que con la incertidumbre también de si habrá fiestas del Pilar, es hora de que las adminsitraciones den respuesta a estos colectivos.