La muerte de un niño de 8 años en el recinto ferial de Sabiñánigo, en la atracción El saltamontes , ha causado una honda consternación más allá de la localidad. Pero, en estos casos, no vale instalarse en el dolor, sino que un suceso tan dramático como éste debe servir también para reforzar al máximo todas las medidas técnicas para que un caso así no vuelva a suceder. Hay que llegar al fondo de esta cuestión y determinar al cien por cien si hubo no una deficiencia en esta muerte. Las atracciones deben ofrecer todas las garantías, confianza absoluta y funcionar sin ningún cabo suelto. Porque, además, la mayoría de los usuarios son niños.