Los curitas catalanes andan en pie de guerra con la independencia, no en vano también ellos son diferentes, como sus políticos. Cerca de 400 párrocos, ahí es nada, se rebelaron contra el Gobierno español apoyando el referéndum ilegal del 1 de octubre y utilizando los púlpitos para denunciar supuestas agresiones contra la libertad de expresión. Sin que ninguna autoridad eclesiástica les haya, hasta hoy, ya no sancionado, sino ni tan siquiera llamado al orden. Tampoco lo ha hecho el aragonés Juan José Omella, arzobispo de la diócesis de Barcelona y hombre de confianza del papa Bergoglio. Tan discreto está siendo Omella que hasta se le ha olvidado opinar, presionar, actuar, en el conflicto de los Bienes (él, antaño tan combativo), permitiendo con su pastoral omisión que los tesoros de las parroquias aragonesas sigan adornando las vitrinas y las arcas de esos museos catalanes donde se tergiversa la historia y se niega el vínculo con Aragón (no digamos con España)

La revista Interviú, a través de un reportaje de Ana María Pascual, ha sondeado las sacristías ideológicas de los curitas indepes. Así, Xavier Aymerich, rector de la basílica de Santa María, en Villafranca del Penedés, se congratula de que la Conferencia Episcopal Española ya no considere la unidad de España un bien moral, e insiste en que «deben ser escuchadas las legítimas aspiraciones del pueblo catalán». Aymerich cree que la iglesia de Cataluña tiene un estilo propio que viene de la época de la represión de la dictadura... «Es más avanzada que la española respecto a su carácter democrático, siempre hemos mirado a Europa, pendientes de nuevos movimientos». Aymerich revela que de los cuatro sacerdotes que residen en su rectoría, tres firmaron a favor del referéndum, al que también se sumó en bloque la Unión de Religiosos de Cataluña (URC), entidad compuesta por institutos de vida consagrada y comunidades de vida apostólica.

Todo ello, imagino, con gran satisfacción de Oriol Junqueras, el bisbe de Esquerra Republicana, cuyas directrices, salvando los abismos ideológicos entre Esquerra (que es de izquierdas, ¿verdad?) y la Iglesia Católica (que no es de derechas, ¿no es cierto?) han cuajado en el clero independentista, de la misma forma que, salvando el tiempo y la distancia, ETA se fundó en una sacristía.

El avispero catalán se alborota con los curas trabucaires y el diablo sonríe.