Ha comenzado un nuevo curso escolar y volvemos a hablar de escuelas que se cierran, otras que, afortunadamente, se abren, de plantillas, interinos, libros... los problemas propios del comienzo de curso. Sin embargo la política educativa debe ser motivo de una reflexión más profunda. Es necesario que las aulas estén en condiciones, que haya suficiente profesorado, transportes, etc. y de esto el Gobierno suele hablar, incluso se llega a algún acuerdo, con sindicatos y Apas pero, ¿están bien definidas las prioridades en educación? La obligatoriedad de la enseñanza hasta los 16 años y el fenómeno de la inmigración, entre otros factores, han hecho más complejo el proceso educativo, hoy existe una variedad entre el alumnado desconocida no hace muchos años. Aplicar medidas generalistas cuando las situaciones de partida son tan distintas no parece lo más razonable. Por eso la atención a la diversidad --diseñar la enseñanza teniendo en cuenta los conocimientos reales de los alumnos, sus motivaciones y sus distintas condiciones sociales y familiares-- debe ser una prioridad en la política educativa. No basta con dedicar dos horas a la semana a atender a los inmigrantes, hacen falta recursos para personal especializado e infraestructuras y hace falta voluntad política para distribuir equilibradamente a los diferentes colectivos entre los colegios sostenidos con dinero público, evitando así los guetos. Debemos apostar por una enseñanza pública de calidad, transmisora de valores y que tenga en cuenta la diversidad de los alumnos. Este es el reto.

*Sindicalista