El Campo de Daroca ha perdido el 20% de su población en los últimos 20 años, una sangría que, como ocurre en tantas zonas de la comunidad, sirve de acicate para que sus habitantes muestren la voluntad de resistir y reclamen a las administraciones políticas apoyos que reviertan la situación o, al menos, que frenen su deterioro. La lucha contra la despoblación debe de integrase en la agenda política de forma permanente, favoreciendo incentivos fiscales y apoyando a las empresas que aporten empleos a la zona. La dispersión demográfica y la reducción de habitantes en el territorio es uno de los principales problemas de Aragón y su solución no será inmediata, así que conviene agilizar las iniciativas.