La crisis sanitaria evidencia uno de los problemas más enquistados en la inercia histórica de España: sus políticos no están alineados con el sentir de su sociedad.

El bochornoso espectáculo en el Congreso de los Diputados, por parte de todos los partidos, sacudió al ciudadano de una bofetada de incredulidad como pocas veces. ¿Esto es lo mejor que tenemos como país?

Los dirigentes nacionales ni rozan el talante moral de todos aquellos que luchan cada día por dignificar al país en la crisis más brutal, y con más aristas de incertidumbre, desde la Guerra Civil.

La política nacional está contagiada por otro virus que, no es tan letal como el virus con corona, pero sí que es capaz de infectar con la misma precisión. La clase política carece de la visión de Estado que tanto proclaman desde sus tribunas comatosas.

Sánchez pretende emular los históricos ‘Pactos de La Moncloa’ para reforzar al país de un futuro ennegrecido por los coletazos de la pandemia. Una reconstrucción nacional más parecida a un ‘pacto de pleitesía de La Moncloa’. O se está con Sánchez o se está contra el país.

Es el razonamiento de un Gobierno de España que endulza su discurso en horario de informativo, con un tono parroquiano en el caso de Iglesias, pero que termina por atizar a toda la oposición con insultos.

Hasta Gabriel Rufián fue ‘condenado’ por las filas socialistas por ejercer de Judas en la semana de pasión de Sánchez con sus plegarias soporíferas. Y es que la incertidumbre en millones de españoles empieza a ser aguda al tiempo que el relato gubernamental en prime time se vuelve eterno.

Cada día el Gobierno de España nos da el ‘parte de guerra’ en múltiples actos para convencernos de que la circunstancia extraordinaria de una pandemia afecta a todos por igual. No hay diferencias -insisten- entre un país y otro. Pero cada día termino preguntándome: ¿de qué país hablan?

La ministra de Exteriores se esmeraba esta semana en la BBC por describir el relato de un país que lucha contra la pandemia con una precisión exquisita. No hay ningún motivo para arrepentirse de la gestión, decía también el ministro Marlaska en una entrevista.

Y las cifras de más de 15.000 víctimas no hace que el propio Gobierno se plantee si algo ha fallado. Ni siquiera. No hay duda que el discurso triunfalista de Sánchez es la realidad paralela más exacta de lo que sucede en primera linea contra el coronavirus.