El debate de presupuestos tuvo momentos de alta tensión política (sobre todo por la crisis entre la DGA y la universidad) pero no movilizó ni a todos los grupos ni a todos los diputados por igual. Fue muy comentada, por ejemplo, la actitud del líder de la oposición, Javier Lambán, que acaso pensando que el debate era previsible o que no iba con él se dedicó a leer y a subrayar una publicación durante la hora y pico que estuvo en el escaño.