Cuenta el Dr. Martínez Monsalve, un cirujano vascular de Badajoz, un caso suyo en estos términos que con su permiso, reproduzco: «Un paciente ingresa de urgencias a las 18.35 horas con un aneurisma abdominal roto, 100% de mortalidad si no se trata inmediatamente. Viene en helicóptero porque su vida está en juego, con todo el personal de urgencias preparado para subirlo a quirófano en 2 minutos de reloj, listo para ser intervenido. Es operado de urgencia; 2 cirujanos vasculares, 2 anestesistas, 2 enfermeras, 1 auxiliar y un celador trabajan en quirófano. Se emplea para salvarlo una prótesis de alta tecnología que cuesta 21.000 € en total, usando un arco radiológico y una mesa especial con un coste de 600.000€. Tras la cirugía pasará 3 días en UCI, donde intensivistas, y enfermería especializada seguirá luchando por su vida (esos 3 días de lucha ascienden a 5.500€). La semana en planta de hospitalización al salir de UCI, «tan solo» requiere 21 turnos de enfermería, auxiliares y celadores, además de un cirujano pendiente 24 horas diarias esos 7 días (7.300 €). Independientemente de la anécdota económica, el resumen es que el paciente llega muriendo en un helicóptero a la puerta de urgencias y sale caminando por su propio pie una semana después... Su comentario al ser dado de alta fue, gracias señores, pero con lo que pagamos en impuestos es vergonzoso que tengamos que compartir habitación con otros enfermos». Otro gestor sanitario me asegura que un recién trasplantado de hígado se quejó de que la comida no era de su gusto. ¿Qué quería? ¿Chuletones? Disfrutamos de uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo y, sin embargo, algunos se comportan como niños mal criados.

*Profesor de universidad