Según sus propias palabras, el presidente aragonés, Marcelino Iglesias, tiene previsto pedirle mañana a José Luis Rodríguez Zapatero que el Gobierno central asuma el déficit en infraestructuras que arrastra nuestra comunidad. Parece una forma adecuada de abordar la situación, y sin duda no faltan elementos de juicio objetivos que avalan la existencia de dicho déficit (basta revisar las propias estadísticas oficiales referidas a los stocks de inversión pública acumulada).

Pero la clave radicará en que el Gobierno central y su presidente adquieran con Aragón unos compromisos bien definidos que por supuesto vayan más allá de las obras que ya están más o menos en marcha. Si todo lo que da de sí la entrevista Zapatero-Iglesias es el habitual despliegue de buenas palabras y el recurso a los viejos propósitos, estaremos todos donde ya estamos. El déficit no puede cubrirse simplemente dejando que el último Plan de Infraestructuras se vaya cumpliendo cansinamente, acabando algún día el eje Norte-Sur por carretera, manteniendo en marcha el proyecto de autovía Pamplona-Huesca-Lérida o llevando el AVE hasta Francia. Es exigible que se llegue más lejos y que todo se haga más deprisa. Aragón lo merece.