La democracia es, sobre todo, la capacidad y posibilidad de controlar al poder. La campaña electoral y las elecciones, como metodología de la democracia, son la manifestación de la controversia entre lo que manifiestan los candidatos y sus verdaderas intenciones. Lo demás es sólo propaganda en una democracia devaluada. Mientras Bush y Blair se ven obligados a explicar a sus parlamentos y a sus opiniones públicas la información que tenían sobre Irak antes de decretar la invasión, en España, Aznar y sus ministros se toman el lujo del silencio, el desprecio o la obviedad. En España no existe un Parlamento con instrumentos para obligar al poder a rendir cuentas ni una prensa con capacidad de forzar al ejecutivo a dar explicaciones.

Una vez conquistado por el poder el derecho al silencio, la campaña electoral se vaticina como un ejercicio de propaganda en el que la prensa será solo el mecanismo de transmisión de los spots del poder en una subasta en la que lo mismo se prometen ocho millones de árboles plantados que rebajas fiscales sin que los candidatos tengan la mínima presión para explicar sus ofertas de temporada.

*Periodista