Democracia es el modelo de convivencia que se da en una sociedad para garantizar a sus miembros las libertades individuales, y gestionar los derechos y responsabilidades que tienen los ciudadanos que la componen.

Esta es la realidad que se debe dar para que la democracia lo sea y no se quede en una mera fórmula de márketing. A partir de aquí se establecen los instrumentos que utiliza para garantizar su mejor funcionamiento, estamos hablando de las instituciones que representan al conjunto de la soberanía popular. Todo sin exclusión depende de ella.

Si entendemos que esta es la mejor organización que podemos tener para una convivencia más justa e igualitaria, en cuanto a oportunidades para todos sus individuos, habremos establecido no solo nuestra pertenencia a esa sociedad, también estaremos constituyendo las mejores garantías con relación a las siguientes generaciones.

Por esto es necesario que comprendamos que no somos meros espectadores, sino que tenemos un papel en todos y cada uno de los momentos de nuestras vidas. No es posible delegar en terceros nuestra propia responsabilidad sobre cómo queremos entender que debe ser el lugar que nos ha tocado vivir.

Desde mi propia posición republicana, el hecho de que en estos momentos la presidencia del Estado la ostente un rey o un presidente de la república no cambia en otra cosa que al segundo lo hemos elegido nosotros. Nuestra Constitución dice que dicha jefatura es una monarquía parlamentaria, es decir, la voluntad popular a través de nuestros representantes, ostentan el máximo poder y ninguno de los otros dos poderes, ejecutivo y judicial dependen del jefe del Estado.

Así pues, dediquemos los esfuerzos e inquietudes a buscar soluciones a aquello que en verdad incide en nuestras vidas, como adecuar la economía a la situación que nos atañe y nos pronostica malos momentos; exigir a nuestros políticos que pongan por encima de sus intereses los nuestros. No es normal pagar impuestos y no tener presupuestos, un total despropósito.

También estaría bien que mostrásemos interés e inquietud sobre lo que estamos haciendo con nuestro planeta, por qué no respetamos con toda responsabilidad el medio ambiente, qué pretendemos dejar a nuestros hijos y siguientes generaciones.

Y todo ello confluye en el eje sobre lo que gira todo alrededor de nuestra especie, el ser humano. Ser persona es la exigencia que tenemos al nacer, pero… ¿la cumplimos? Creo que este espacio de tiempo que nos ha tocado a nuestra generación, no va a pasar a la historia como un ejemplo a seguir por otras.

Por todo ello, es necesario que analicemos nuestra propia forma de entender ser parte activa de la sociedad y saber que nuestros papeles son los que primero debemos ser capaces de criticar. Nadie, ninguno de nosotros, es ajeno a los sucesos y acontecimientos que vivimos y por eso tenemos la fortuna de hacerlo en un sistema democrático.

Quiero terminar este artículo con una reflexión que Nelson Mandela hace en su autobiografía El largo camino hacia la libertad :

«Quién lo deseaba, podía intervenir. Era la democracia en su forma más pura. Podía haber alguna jerarquía de importancia entre los oradores, pero todos fueron escuchados el jefe y el hombre común, el guerrero y el curandero, el tendero y el granjero, el hacendado y el campesino… El fundamento del autogobierno consistía en que todos los hombres eran libres para expresar sus opiniones y eran iguales en su valor como ciudadanos».

Ahora en España tenemos este derecho. Usémoslo para construir, no para destruir. H