Esta semana se han producido varios hechos de esos que vistos juntos le hacen entender mejor a uno lo que es este país. El fin de semana nos desayunamos con otra nueva regularización en Hacienda del Borbón padre y emético, más que emérito. A mí a veces también me pasa, me gasto 8 millones en billetes de avión y no me doy cuenta. Llama la atención que el pobre hombre haya tenido que pedir a sus amigos una ayudita para pagar la regularización. Y claro cómo se van a negar a ayudar con 4 millones de euros a un amigo. También llama la atención, que a Hacienda todo esto de las regularizaciones le parezca supernormal y no haya investigado nada. De hecho, ¿qué ciudadano español no ha regularizado 5 milloncillos con el fisco? En todo caso, el homicidio es un delito mucho más grave que el delito fiscal. Y ese tampoco se lo investigaron, aunque tuviera 18 años y formación militar.

Después supimos que Urdangarin ha accedido al tercer grado. Fue condenado a 5 años y 10 meses de cárcel (por haber cometido delitos de malversación, fraude fiscal, prevaricación, fraude y tráfico de influencias). El cuñado ha pasado 2 años y medio en un módulo exclusivo para él solo. Solo salía a hacer voluntariado, vamos como todo el mundo que va a la cárcel. Gracias al buen funcionamiento del sistema de reinserción ha conseguido con 53 años, un trabajo en un bufete de abogados. Qué bien se reinsertan los presos en España. Por cierto, el primer día de trabajo no fue a currar, imagino que estará preocupado porque le puedan revocar el tercer grado. Casi tan preocupado como de que descubrieran la falsa sordera con la que se libró de la mili.

No olvidemos a las infantas vacunadas en una visita al «amargo» exilio de su padre. Hasta aquí lo normal, es la España de la plena normalidad democrática. Sin embargo, también esta semana, un poquito más al norte, en la vecina Francia nos han demostrado que los antiguos jefes del Estado no solo pueden ser investigados, sino que pueden incluso ser condenados a la cárcel. Pero claro allí son una república y al jefe del Estado lo eligen votando, en lugar de utilizar la muy democrática sangre azul que usamos en España.