El deporte de élite languidece en Zaragoza. Atrás quedan los años gloriosos con un Real Zaragoza en Primera División y jugando competiciones europeas, el Balonmano Aragón en similar situación, el Pinturas Lepanto ganando la Liga de Fútbol Sala, el Multicaja Fábregas Sport en la élite del voleibol, el CAI Zaragoza asentándose en la zona noble de la ACB con derecho a playoffs… En disciplinas colectivas, tan solo el fútbol sala, hoy Ríos Renovables, y el Básket Zaragoza, hoy Tecnyconta, se mantienen en la principal categoría de sus respectivas disciplinas, y no precisamente en el pelotón de cabeza.

Hasta llegar a este punto, no muy diferente al vivido en la ciudad en los años 90 excepción hecha del fútbol, se han sucedido unos acontecimientos que deben llevar a varias reflexiones. La principal, escarmentar de los vendedores de humo o los aventureros. El constructor Agapito Iglesias dejó el Real Zaragoza como un solar, en suspensión de pagos tras una errática gestión que minó el prestigio de una ciudad con una buena reputación futbolística. Hoy, el empresario ha cambiado los banquillos de los campos de fútbol por los de los juzgados (caso Plaza), y la ciudad sufre con su equipo en Segunda, en manos de una fundación de empresarios locales que no da con la tecla para devolver al equipo al lugar que merece.

La segunda reflexión pasa por reclamar a las instituciones públicas un apoyo continuado, con la intensidad que sea, alejado de los vaivenes, los caprichos o las imposiciones de los gobernantes de turno. Que en un escenario de desequilibrio fiscal y recortes, los clubs de élite tuvieran que asumir su parte alícuota se da por hecho, pero tiene que haber planificación. Solo así se puede dar estabilidad y seguridad a clubes y equipos cuyo funcionamiento debe ser lo más profesionalizado posible.

En tercer lugar, hay que plantear a las grandes empresas de la ciudad un apoyo más explícito y directo a estos clubes que hacen piña y elevan la autoestima colectiva. Fue la reclamación que lanzó el pasado domingo Reynaldo Benito, presidente de uno de estos clubes de élite, el Tecnyconta Zaragoza, y fue una relamación razonable. Una ciudad es además de un espacio de convivencia e intercambio, un lugar de emociones superpuestas e identidades compartidas, y el deporte ancla el sentimiento de pertenencia a un nivel superior.