El deporte es una pieza clave para la salud de una sociedad, pero también lo es para la socialización o para la educación.

Lamentablemente en los medios solo se muestra normalmente una de las caras: la competición profesional. Ello hace que muchos de nuestros conciudadanos vivan la actividad física como una lucha, como un enfrentamiento o una enemistad. Es muy triste ver a esos progenitores presionando en las canchas a sus hijos e hijas para que sean los mejores, insultando a los árbitros y hasta golpeándolos. Es el reflejo de una sociedad absurda. A mí personalmente también me produce cierta irritación ver cómo ponemos de modelo a nuestros menores a esas estrellas millonarias del deporte antes que a nuestros científicos o nuestros maestros, por ejemplo.

Por suerte existe otra cara del deporte, aquella que exprime sus valores desde la base. ¿Cuáles son? Pues sencillamente la solidaridad con el compañero, el trabajo en equipo, el respeto a la norma, el cuidado personal, la superación de uno mismo… y un sinfín más de pilares que se engloban en el concepto de educación entendido en su sentido más amplio.

He tenido la suerte de conocer dentro y fuera de nuestra ciudad proyectos que promueven la práctica deportiva con normas tan peculiares como estimular al menor a auxiliar a un adversario cuando este cae accidentalmente o al finalizar los partidos deciden entre todos los jugadores quien ha sido el mejor compañero. Poco importan los trofeos que cuelgan de sus vitrinas, pero la vida de los barrios en los que se desarrollan ha cambiado y la competición de esas ciudades también porque no son pocos los equipos que aplauden su buen hacer.

Yo soy más de deportes de montaña, donde la competición acaba de llegar. Cada vez echo más de menos esos saludos y charradas con montañeros con los que te cruzabas por el camino disfrutando de los bellos paisajes. Ahora, cada vez veo más gente corriendo y menos andando, hablando, contactando.

Este mi rincón quiere aplaudir a todos esos entrenadores y entidades de base que han empezado a entender que el deporte es educación porque contribuye a que nuestra gente sea mejor y a aquellas iniciativas que promueven su práctica porque mejoran la salud de nuestra sociedad, pero también quiere darle una colleja a quienes trasladan allí su incivismo.

Responsables públicos y privados, promocionemos lo positivo del deporte y bloqueemos lo negativo.

*Socióloga