La principal dificultad para definir a Marcelino Iglesias estriba en que su canon no figura en la tradición latina, ni resulta fácil evocar otro político español que lo prefigure o desmolde. No es sanguíneo, vehemente, pero tampoco rígido o seco. Más bien recuerda a los políticos nórdicos, invisibles depredadores, fríos, constantes, prudentes y sobrios, didácticos, europeístas. Un trozo de hielo, pero que puede quemar en la mano.

En su intervención en el debate de la comunidad, Iglesias aseguró que intentaba huir de la autocomplacencia, pero no lo logró. Su discurso abundó en datos y referencias positivas -incluso, muy positivas- para el Aragón de hoy, pero careció de cualquier apunte de autocrítica. Y es obvio que no todo son aciertos. En cultura, por ejemplo, el presidente pasó de puntillas por el marrón del Teatro Fleta, maniató definitivamente la figura de Goya en ese "espacio" del Museo Provincial, y ni siquiera mencionó el Centro del Libro o el Centro de Arte Contemporáneo de Aragón.

Sin embargo, y pese a otras puntuales omisiones o lagunas, el informe presidencial fue positivo.

La amenaza del trasvase del Ebro se ha desvanecido. Las reformas constitucionales y estatutarias, más la aprobación de una Constitución Europea, pre-diseñan nuevas e interesantes posibilidades políticas y administrativas para comunidades como la nuestra. El crecimiento económico de Aragón destaca en el concierto español, al punto que fue la autonomía que deparó los mejores registros en 2003. Los proyectos de tecnología y logística son ciertamente funcionales y atractivos, y están generando un sustancial aumento de la riqueza y del empleo. Sólo la plataforma de Pla-Za está en disposición de generar tanto empleo como el sector de automoción lo hizo a lo largo de las pasadas décadas. El paro en Aragón es casi inexistente, con dos provincias de las tres alcanzando prácticamente el pleno empleo. Los afiliados a la Seguridad Social han aumentado en un 25% desde la etapa de Lanzuela (siendo que el PP atribuía a su menor índice el principal factor de crecimiento). La demanda energética, otro de los síntomas de buena salud económica, creció el año pasado en Aragón en un 13%. Nuestras exportaciones se han incrementado en un 42% en el último lustro, y el depauperado aeropuerto zaragozano remonta el vuelo en el capítulo de carga, hasta situarse en el cuarto lugar del ránking español. El equilibrio financiero y presupuestario de la DGA, la nueva estación AVE, la de Autobuses, el Centro del Deporte, las esquinas del Psiquiátrico, la Autovía de Alcañiz, las 8.000 viviendas protegidas de Valdespartera, la rehabilitación de la estación de Canfranc o el impulso a la permeabilidad ferroviaria del Pirineo Central, que se espera salga reforzada de la futura cumbre hispano-francesa, enunciarán -se supone que a lo largo de la legislatura- otros tantos factores de prosperidad y calidad de vida.

Con esta hoja de ruta, y al frente de una coalición que funciona como un reloj, Iglesias poco tiene que temer de la oposición. El depredador invisible se siente seguro, optimista. Sin visible rival.

*Escritor y periodista