Fue la amenaza del bloque de izquierdas (PSOE, Podemos, IU y CHA, en Aragón) y sus líderes durante toda la campaña electoral del 26-M: «¡Que viene la triple derecha!». Y llegó, pero en las Cortes de Aragón la derecha no suma para gobernar. Y no lo hace porque la cuarta derecha en discordia, el PAR, de pronto se ha desmarcado. Afortunadamente para el progreso de Aragón. Y es que el presidente del PAR, Arturo Aliaga, ha dado la sorpresa después de que respaldara la candidatura de Pablo Casado para las primarias de junio del año pasado a la presidencia del PP nacional, después de que asistiera como invitado al congreso donde fue elegido el actual líder popular, después de que negociara (aunque le saliera mal) una lista conjunta de PP y PAR, primero para las elecciones generales del 28-A y después para las autonómicas y municipales del 26-M, e incluso después de asistir en segunda fila a la manifestación de la triple derecha en Colón.

Este cambio de actitud no se sabe si ha llegado por reflexión propia del líder aragonesista o es la consecuencia de conversaciones a varias bandas donde al final se le han ofrecido consejerías, senadores, directores generales, comarcas, diputaciones y algo más. O simplemente es que el PAR ha llegado a la conclusión de que su programa político está otra vez más cerca de los socialistas, de la izquierda, que de los populares, de la derecha. De eso, de momento, no se ha hablado. Pero bienvenido sea si eso supone mantener el ritmo progresista que ha caracterizado al Gobierno aragonés de Lambán durante los últimos cuatro años, con el apoyo incondicional de CHA y el puntual de Podemos e IU.

Lo único que llama la atención es que la izquierda, empezando por el PSOE, no haya hecho la intención --como ha hecho la derecha-- de ver si sumaban en las Cortes. Es decir, si los 33 votos (24 del PSOE, 5 de Podemos, 3 de CHA y 1 de IU), a uno de la mayoría absoluta, no se podían hacer fuertes aunque fuera en segunda votación y aspirar a una abstención del PAR (3 diputados) ya que Aliaga se ha atrincherado contra Vox (3), no está nada receptivo con Ciudadanos (12) y se ha alejado ya tanto del PP (16). Es otra forma de frenar a la derecha y el presidente Lambán podría seguir siéndolo con políticas muy parecidas a las que ha ejercido durante la legislatura que ahora termina. Ya se sabe que lo complicado es la investidura porque después se pueden pactar presupuestos con unos y con otros o bajadas de impuestos, como el de sucesiones, incluso con los que no apoyan las cuentas. Se trata de esas políticas progresistas, aunque en algunos momentos hubiera que matizarlas, de las que tanto han hablado socialistas y el resto de partidos de la izquierda.

Pero como ya auguramos la misma noche electoral, el panorama era propio para unos pactos diabólicos en el que los bloques se iban a romper. El presidente Lambán ya sorprendió el 23 de Abril del 2017 adulando en su discurso los postulados de Ciudadanos, y después recibió en el Pignatelli al líder Albert Rivera, en un encuentro muy comentado. Luego vino la época de criticar al partido naranja («gigantesca irresponsabilidad de PP y Cs», llegó a decir Lambán al hilo de la manifestación de Colón) conforme el catalán fustigaba a Pedro Sánchez. Pero ahora ya cabe todo. El pasado viernes, un tuit de Rivera que decía «vamos a vigilar muy de cerca al Gobierno de Sánchez y sus socios. No permitiremos concesiones a los nacionalistas, defenderemos a las familias frente a sus sablazos fiscales e impulsaremos los grandes pactos de Estado y las reformas pendientes de España», fue contestado por el Gobierno de Aragón con un «me gusta».

Tal cual está la situación, y a menos de una semana de elegir a los alcaldes en los ayuntamientos, nada es descartable, surrealismos incluidos. Daniel Pérez en línea con su coherencia desde que empezó la campaña electoral, sigue apostando por el PP y el PAR (más Vox) para gobernar, pero no sería ninguna sorpresa (o sí) que Rivera decidiera apoyar ahora a Lambán y así conseguir a cambio la Alcaldía de Zaragoza para Sara Fernández, en detrimento de Pilar Alegría y de Jorge Azcón. La semana que empieza va a ser decisiva, al menos para los ayuntamientos (sigue pendiente también el de Huesca también) y todo cabe. Eso sí, que nadie piense que esta semana se hablará de políticas progresistas o de si se apuesta por una reforma de La Romareda o por otra o si la movilidad debe ser mejor con un proyecto o con otro. Hablaremos de si en un sillón se coloca una persona u otra, de un partido o de otro. El resto, ya llegará.

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