Hace unos días un señor, de una edad similar a la mía, me abordó en plena calle y, de forma muy educada, me explicó que había sido alumno mío (en la Universidad de la Experiencia) y que, además, había leído alguno de mis libros. Le di las gracias por sus amables palabras, que yo creí iban a ser las últimas, pero me dijo que si le permitía hacer un comentario sobre alguno de mis artículos en este periódico. Como la conversación se animó, le dije que le invitaba a un refresco y así nos fuimos a sentar en el Café de Levante.

Quería decirme que le había desconcertado un comentario en algún artículo ya que, a su juicio, era evidente, ya lo sabía, me dijo que yo era una persona progresista y con ideas de izquierdas pero que, no sabía bien como decírmelo, veía afirmaciones que él consideraba de derechas. El tema me pareció interesante y, por eso, voy a tratar de recuperar parte de lo que hablamos.

Hay quien es de izquierdas por tradición familiar. Sus antepasados fueron republicanos y él no puede ser nada más. Otros, por antifranquistas. Cada cual lo es, o cree serlo, por distintos motivos como, en mi caso, leyendo. Muchas personas entienden que ser de derechas o de izquierdas hay que vivirlo como si de hooligans habláramos, todos los míos son buenos y los malos siempre serán los otros.

Algunas políticas son claramente de derechas o de izquierdas, no cabe duda alguna, pero otras muchas no lo son. Es más, hay acciones políticas que deberían ser defendidas por la mayoría de las personas. A mí me gustaría que las aceras de Zaragoza sufriesen una importante remodelación ya que están en un estado bastante deplorable. Habría que prohibir circular por las aceras a los patinetes eléctricos. ¿Eso es de derechas o de izquierdas? ¿Y tener la ciudad limpia? ¿Y que la policía local funcione bien?

Pasemos a temas más espinosos, como la inmigración. Si dejamos a un lado a las personas de ultraderecha, que no quieren inmigrantes porque odian a los diferentes, los demás deberíamos ser racionales y escuchar a los técnicos que nos dicen que nos son imprescindibles para nuestro futuro. Necesitamos jóvenes y no tenemos suficientes hijos, por lo que deberíamos aumentar los cupos de admisión de inmigrantes, que con sus cotizaciones ayudarán a pagar las pensiones de los jubilados de dentro de unos años. Esta idea no es de derechas ni de izquierdas, es de supervivencia, y cualquier político la debería defender e implementar cuando gobierne. La canciller Merkel abrió las puertas a un millón, más o menos, de sirios. ¿Lo hizo por solidaridad? ¿Así lo creen?

El conflicto catalán, ¿es de derechas o de izquierdas? Hay grupos políticos de derechas y de izquierdas que se definen como independentistas. A mí me resulta incomprensible que alguien de izquierdas se declare así, pero los hay. Las políticas dirigidas a encauzar, si es que se puede, este enfrentamiento, no son ni de derechas ni de izquierdas, son de Estado.

¿Y la corrupción? El Partido Popular ha sido condenado por serlo y personas muy notables en la dirección de los últimos años han sido procesados y, algunos, condenados. El partido socialista ha pasado, está pasando, por episodios de corrupción (ERE,s Andalucía). El partido Comunista e Izquierda Unida han tenido muy pocos casos, pero no se han librado. Y la juventud de Ciudadanos y de Podemos les permite ser casi vírgenes en este tema, pero ya han aparecido casos, muy menores, eso es cierto, pero los tienen. Y qué decir, en los nacionalismos, de Convergencia, del 3% y los Pujol, así como del PNV, que ya ha pasado por un macroproceso, y, entre nosotros, el PAR y La Muela. Se me dirá que no son comparables, pero esa no es la forma correcta de analizar ese fenómeno. La corrupción es indecente y no tiene ni tamaños ni ideología. Un corrupto de derechas y otro de izquierdas no se contraponen, se suman, son dos corruptos y las personas decentes, de derechas y de izquierdas, tenemos que luchar contra cualquiera de estas prácticas.

Vayamos con los símbolos. La bandera de España es de derechas. ¡Vaya estupidez! Entre todos deberíamos hacer lo preciso para arrebatar esa bandera a quienes la usan como si fuese suya. Nos gustará más o menos, pero es la nuestra y tendríamos que respetarla y utilizarla solo en los casos necesarios. Todos. Recordando al clásico, hay que volver a decir que las estatuas se derriban de sus pedestales con mucha facilidad pero luego cuesta mucho erigir otras. Y los símbolos son como las estatuas, las colocó quien debía y los demás las aceptamos, como patrimonio conjunto, que es lo que son.

Ser de derechas no es oponerse a todo lo que dice o hace alguien de izquierdas. Estar en la oposición no es decir no a todo lo que haga el Gobierno. A la hora de votar nadie de derechas votará a un partido de izquierdas, y viceversa, pero a la hora de gobernar, principios, sí, pero también buena gestión.

*Militar. Profesor universitario. Escritor