La retrógrada contrarreforma de la ley del aborto del PP se explica en clave de movimiento táctico para fijar al votante más fiel cuando todas las encuestas muestran una grave disminución de sus expectativas electorales. Un movimiento de reflujo hacia las posiciones más genuinas del Tea Party (o Café con leche Party) español. Probablemente, se trata de otra iniciativa con efectos contraproducentes para sus promotores, pero expresa un movimiento de fondo de carácter general: el contraste entre el rearme ideológico de las derechas y la desorientación del pensamiento de izquierdas. Todas las batallas políticas relevantes se juegan primero en el terreno de la confrontación de las ideas. Y en las sociedades democráticas adquirir ventaja en este terreno garantiza tener el partido medio ganado. Nuestra sociedad es cada vez más compleja y plural. Y en este nuevo contexto la derecha se encuentra cómoda dando respuestas simples bien elaboradas y pensadas para una fácil digestión. Aquí y en cualquier parte, algunas de estas propuestas están dando forma a nuevas versiones de populismo autoritario. El drama que vive hoy el PP es que hay una distancia sideral entre el discurso propagandístico que le llevó al poder y la realidad que había que gestionar. Lo único que lo salva es que no hay un pensamiento alternativo de izquierdas capaz de seducir capas mayoritarias. Sin una actualización del pensamiento progresista no será posible aspirar a un concepto de democracia incluyente, solidario y respetuoso con la diversidad. Periodista