A las extremas derechas (no hay derechas que no sean extremas, visto lo visto), les va el toreo tremendista: insultar, manipular, volver a usar el terrorismo, mentir, intentar controlar el poder judicial, inventar milagros económicos, fomentar el separatismo, crispar y crispar hasta la náusea y movilizar al electorado más visceral, menos informado y de pensamiento menos elaborado.

A los toreros tremendistas al principio, el respetable les aplaudía sus alardes de valor, sus rebuscados adornos, sus exageraciones, pero cayeron en desgracia, en lo antiestético, en el ridículo y hasta en lo despreciable, en la charlotada, vamos, en lo patético. Se les nota que han tenido mala formación y andan en el terreno de los aficionados, maletillas queriendo hacer méritos ante los tendidos de sombra.

Ya se sabe que la derecha siempre se va a la sombra porque la entrada es más cara, y el populacho al sol. Al sol de la desigualdad resultante de la crisis, al sol de los salarios de supervivencia, al sol de un futuro incierto, al sol de unos servicios públicos atacados y disminuidos siempre que pueden.

Los maletillas de las extremas derechas quieren tomar la alternativa conjuntamente para que los suyos sigan en los tendidos de sombra. Y mientras tanto… paquí y pallá, ya me entienden. Cuentas en Andorra, en Panamá o Dios sabe dónde.

Desde luego no pueden presumir de hacer milagros económicos, pero haciendo magia con las comisiones, las subvenciones y los complementos son unos genios. El tremendismo al servicio de la magia de sus cuentas bancarias. Cita electoral. Los tendidos de sol tendrán que espabilar.

* Profesor de la Universidad de Zaragoza