El bofetón que el electorado ha dado al presidente François Hollande y al Partido Socialista en la segunda vuelta de las elecciones municipales francesas ha sido tan grande que se ha cobrado una pieza de caza mayor. Ha motivado un cambio de Gobierno, que será encabezado ahora por Manuel Valls. La debacle socialista tiene numerosos motivos. Hollande incurrió en un error muy parecido al cometido en España por José Luis Rodríguez Zapatero, el de no saber explicar a los franceses las medidas a tomar para atajar la grave crisis. Así, los electores de izquierdas se encontraron incomprensiblemente con un presidente que aplica medidas de derechas sin que se detecten mejoras económicas en el bolsillo de los ciudadanos. En este sentido, Valls, hasta ahora ministro del Interior, es el político del Gobierno más popular y el mejor valorado, mucho más que el propio Hollande. Es así por la adopción de medidas de extrema dureza contra la inmigración, en particular las expulsiones de gitanos. Con él, el Gobierno francés será seguramente mucho más duro.